sábado, septiembre 8

La Legendaria ENZE

"La intervención de los alfios"

La Legendaria ENZE

Capítulo II







n una gran bóveda se encontraban reunidos los maestros de las distintas casas de artesanos identificables fácilmente por sus símbolos: herreros, mineros, peleteros, orfebres, armeros, constructores, joyeros y maestros de armas.

También estaban los jefes de los oficios, los sastres, destiladores, zapateros, panaderos y los capitanes de los ejércitos.
Sobre su trono el rey Ghob-ious II escuchaba las opiniones del pueblo de los alfios.


 -¡Es un descaro! ¿Cómo se atreven? ¡Pedirnos ayuda!- decía indignado un alfio de negras barbas trenzadas, maestro orfebre.
-Son nuestros aliados, es lo normal- comentó otro alfio de barbas abundantes pero perfectamente recortadas, maestro de joyeros. -Desde que ayudamos a los elfos a derrotar a sus hermanos los svartalfos nuestros pueblos hicieron un pacto. Siempre estaríamos dispuestos a ayudarnos uno al otro- dijo Whak-ious, uno de los maestros herreros más viejos.
-Así es, pero mientras nosotros seguimos peleando acá abajo, en el Hipogeo, contra svartalfos, gobleinz y fomori ellos jamás acudieron a ayudarnos- exclamó Whuul-ious, uno de los capitanes del ejército de "Cabezas Cuadradas", llamados así por la forma de sus cascos.
El comentario del capitán disparó gritos de apoyo que llenaron el lugar. Era verdad, en todos los años desde la gran alianza los elfos no se habían preocupado más por sus hermanos oscuros gracias a la intervención de los alfios. Los svartalfos habían sido expulsados de Elforia con ayuda de la intervención del ejército alfio; los expatriados se agruparon para ir a habitar en las profundidades de la tierra donde construyeron ciudades y se asentaron en una organización matriarcal, adorando a la oscuridad, rechazando al sol y a la luz. Así Svarta, la líder de todos ellos se convirtió en sacerdotisa de Antubel, la señora de la oscuridad. Los alfios habían mantenido guerra constante desde entonces siempre que se encontraban en las profundidades del Hipogeo, así como contra los gobleinz y fomori que también se alojaron dentro de los subterráneos.
El rey levantó una mano para que todos guardaran silencio, una vez acallado el alboroto, habló solemnemente:
-Es verdad lo que hablas Whuul-ious, los elfos jamás nos han ayudado. Ni una sola batalla, ni un combate. En ningún enfrentamiento contra svartalfos, gobleinz o fomori, ni siquiera en la batalla contra la alianza de Fir-bolgs y Trolls,  en las minas abandonadas de Hallstatt, donde mi padre fue muerto. Su supuesto amigo, Mithedil rey de los elfos solo envió sus condolencias y ni siquiera presentó sus respetos en el funeral. Pero tomemos en cuenta que jamás les hemos pedido ayuda, ni a ellos, ni a los humanos. Nuestro deber ha sido trabajar en nuestros oficios y la guerra se ha vuelto un oficio más, en donde también superamos a las otras razas. Somos sus protectores, aún cuando ellos no lo agradezcan. Mi padre dio su promesa de ayudar a los elfos y los alfios sí tenemos palabra y honor-
-Pero señor, las patrullas del sur indican un gran movimiento de gobleinz y fomori; orcos y ogros para ser exactos. Si enviamos refuerzos a los elfos descuidaríamos las defensas del fuerte- comentó Barkh-alfia, capitana de los ejércitos de las Belenias, las guerreras santas del dios del fuego.
-Los alfios tenemos palabra y honor. Whuul-ious, prepara a los Cabezas Cuadradas, irán a la superficie a ayudar a los elfos- dijo el rey.
La orden había sido dada, el alfio se dispensó de acuerdo a la costumbre bebiendo hasta el fondo del enorme tarro la espumosa bebida de la corte, sagrada para todos ellos y que tenían prohibido pronunciar su nombre delante de otras razas, si había otros presentes se referían a ella como "la bebida de los dioses".
Los Cabezas Cuadradas marcharon por los túneles que conducirían fuera del fuerte "Hacha de Zafiro" para recorrer el Hipogeo hasta encontrar una de las salidas hacia la superficie. A Whuul-ious su capitán no le agradaban los elfos, los consideraba banales, siempre metidos en sus bailes y fiestas perdiendo el tiempo en sus banquetes y festividades. Consideraba un insulto lo que habían hecho con el regalo del rey Ghob-ious, el árbol de Belenus. Los elfos habían tomado las semillas del fruto y hecho el blisdorf, seguramente en un intento de imitar la bebida de los dioses, cuando el árbol otorgaba otras cualidades como que sus vapores alivian los dolores de muelas y si se utiliza en ungüento, mezclado con las plantas apropiadas, los espíritus de los ctonos te protegen.
Whuul-ious no entendía como los elfos siendo bendecidos por Urd, norna del pasado, no aprovechaban la bendición del don otorgado en maneras más prácticas como el trabajo. Los alfios vivían mucho menos que ellos (aunque más que los humanos) y dedicaban su vida y existencia a hacer algo, pues creían que la única manera de alcanzar la otra vida era creando algo que perdurara, fuera por su calidad, su utilidad, aplicación o beneficio. Por ello eran una raza artesana y guerrera; aunque existían los alfios sacerdotes que entendían de los dioses y conocían de los sulfus y sulfúridas, silfos y sílfides, óndulos y ondinas; y de los ctonos, espíritus de la tierra. Aún los sacerdotes sabían de guerra y los guerreros no desconocían de algún arte, aunque jamás con la maestría de los verdaderos artesanos.
Los Cabezas Cuadradas alcanzaron la calzada de la triada de los dioses artesanos Goibhniu, Luchta y Creidhne, hasta llegar a las puertas del fuerte y salir con dirección de alguna de las gargantas que los llevarían a la superficie. 1600 alfios con la encomienda de ayudar a los elfos, poniéndose a las órdenes de la corte del rey Mithedil. Las tropas alcanzaron la superficie en las planicies del paso del Nignoashe, por las montañas insoportables que se alarga desde los páramos helados cruzando por Nuimgard hasta llegar a la baja Cernunnia, donde decidieron tomar un descanso y levantar el campamento.
-¡Capitán, capitán!- gritó la voz del explorador que regresaba.
-¿Que ocurre Pitt-ious? ¿Por qué el escándalo?- refunfuñó Whuul-ious que se encontraba degustando de una cabra montés en estofado.
-Capitán. Detrás de las colinas, se acerca un ejército enemigo- dijo Pitt-ious
-¡Vaya buenas noticias al fin!- El capitán se levantó dejando a medias su merienda se puso su yelmo cuadrado y tomó sus armas.
-¡Alfios! ¡Cabezas Cuadradas, enemigo detrás de las colinas! ¡A la batalla!- gritó Whuul-ious al tiempo que se movía corriendo en dirección al lugar.
Los cuernos sonaron alertando la orden y gritos de -"a las colinas"- se dejaban escuchar por todo el campamento. Toda la tropa alfia corría rumbo a las colinas como si hubiesen descansado toda la noche.
Verán cualquier capitán de un ejército del mundo, de cualquier raza hubiera requerido información del enemigo, el número de tropas estimado, si contaban o no con máquinas de guerra, caballería o guardia montada, etc. Pero no era el caso de los capitanes alfios, ellos si un explorador volvía diciendo "enemigo", solo preguntaban "¿dónde?" y se lanzaban a atacar al tiempo que a media marcha y entre gritos avisaban a sus hombres.
-¡Orcos!- gritaron en un extremo algunos alfios.
Muchos se apresuraron hacia esa dirección. Los choques de las hojas de las hachas alfias y las khukthik, las espadas de los orcos, se escuchaban como en un compás de una música que indicaba ferocidad pura.
-¡Ogros!- se escuchó en otro extremo del campo de batalla.
Un tanto más corrió en dirección indicada. Aunque los ogros doblaban en estatura al más alto de los alfios eso no era un impedimento para enfrentarlos, por el contrario las diferencias de tamaño eran una ventaja para los movimientos de los guerreros alfios que podían pasar con facilidad entre las piernas de los ogros y atestar tremendos hachazos en las partes más sensibles de los gigantones fomori. Era como sí lucharan contra árboles que se movían con tosquedad y cierta torpeza, aunque cuando lograban dar algún golpe con sus garrotes eran capaces de abollar armaduras y romper costillas. Si uno de los golpes daba en alguien que no trajera casco podía partirle el cráneo con facilidad; además la fuerza imprimida en el garrotazo era capaz de arrojar a los oponentes a metros de distancia.
Un ogro avanzaba con el garrote en mano dando golpes a diestra y siniestra alejando todo oponente que intentara acercarse. Varios alfios se lanzaron al mismo tiempo pero fueron impactados por los golpes del fomor que parecía ser un experto guerrero entre los de su especie.
Los alfios no tienen arqueros, tienden a despreciarlos pues consideran hasta cierto grado que es un acto de cobardía atacar a distancia pudiendo hacerlo cuerpo a cuerpo demostrando en realidad quien es el más fuerte, después de todo de eso se trata la guerra para ellos.
Un alfio observó al ogro avanzando sin que nadie pudiera pararlo. Se detuvo un instante y descolgó de su espalda una caja de un metro de largo de la cual sacó varios objetos de metal que terminó armando después de algunos minutos para convertirlos en una pica. El asta medía casi los tres metros por lo que el alfio arrancó cargando con todo su peso con la pica por delante, cuando el ogro lo vio acercarse lo esperó suponiendo la misma distancia de golpe con el que había podido sacudirse del resto de enemigos. Se dio cuenta tarde de su error cuando sintió a través de la cetrina piel cómo le atravesaba la punta de la lanza. El alfio soltó el control del asta cuando sintió que había impactado en el cuerpo del fomor para tomar su maza y soltar dos golpes que impactaron, uno en la rodilla derecha que se quebró haciendo que el ogro cayera de bruces y otro en la quijada que desfiguró el de por si feo rostro de la creatura.
Aún así el ogro lanzó un garrotazo que el alfio logró eludir apenas logrando hacerse a un lado con un salto. Una lluvia de mazazos cayó sobre el ensangrentado rostro del fomor hasta que el alfio se aseguró de que estaba muerto. Arrancó la pica y con una paciencia increíble la limpió haciendo lo mismo con la maza. Desarmó el asta para volverla a guardar en su estuche de manera completamente ritualística sin importar que la batalla continuaba a su alrededor. El alfio era un joven acólito de la orden religiosa de Taranis que los alfios reverenciaban no solo como señor del rayo, el trueno y el relámpago, si no como señor de la guerra y las batallas, por lo tanto para Makss-ious la guerra era algo sagrado.
Más adelante en el campo de batalla las carcajadas de un ensangrentado Whuul-ious se dejaron escuchar fuertemente. Su mano apuntaba a una horda de enemigos que se acercaban, el grito de un teniente que le acompañaba hizo que todos los Cabezas Cuadradas se dirigieran hacia donde apuntaba el capitán.
-¡Trolls!- fue lo que gritó
De las tres razas fomori, ogros, fir-bolgs y trolls, estos últimos son los más peligrosos. Aunque el ogro promedio mida 2.70 y golpee fuertemente con su arma preferida (que es el garrote) y aunque los fir-bolgs pasen de los 4 metros y ataquen con sus marros de piedra; los trolls a pesar de su aparente escuálida apariencia esconden detrás de esa arrugada y verdosa piel, que simula alguna corteza de árbol viejo con moho, una fuerza descomunal. El troll promedio alcanza los 3 metros y al contrario que los otros fomori es bastante ágil, sus largos y desproporcionados brazos terminan en unas grandes manos con delgados dedos de afiladas uñas, similares a la de los puñales que cargan los asesinos.
También atacan cuando logran sostener a un enemigo con una poderosa mordida, pues poseen afilados dientes; además de eso, al correr sangre de hidra por sus venas sus heridas sanan en pleno combate y pueden llegar a regenerar miembros cercenados en ocasiones.
Cuando Ónor-ious, el sacerdote, escuchó el grito del teniente alzó sus brazos hacia al cielo y elevó con potente voz una oración, mirando hacia la estrellada bóveda celeste.
¡Oh Taranis! ¡Tú que con tu mazo forjas en las fraguas de Belenus el hacha de fuego con la que cortas los cielos creando rayos y relámpagos! ¡Tú que miras cómo los alfios dedicamos nuestras vidas a defender la tierra para que queden creaturas inteligentes que adoren tu nombre hazles saber a nuestros enemigos que también son los tuyos y que teman tu estruendo! ¡Oh Taranis a ti clamo por ayuda!-
Un relámpago iluminó el cielo seguido de un aturdidor sonido y un rayo partió la rama de un solitario árbol a unos metros alejado del sacerdote. El fuego comenzó a surgir de la madera y de las llamas brotaron varias flamas en forma de pequeños humanoides de no más de 30 cms. Eran los sulfos y súlfuridas, creaturas hechas de fuego mismo y que solo podían ser invocados por medio de arcanos conjuros mágicos o una firme fe forjada en la disciplina y los estudios del sacerdocio. Una súlfurida se arrojó directamente sobre el hacha de Ónor-ious envolviéndola en los ardientes fuegos de su cuerpo formando así una hoja llameante, el alfio se lanzó entonces al ataque de uno de los cientos de trolls que estaban en el lugar.
El troll lanzó varios manotazos con sus afiladas uñas sin acertar en el pequeño blanco que se movía esquivando sus intentos por penetrar la armadura de bandas de acero, hasta que en un intento el largo brazo izquierdo se extendió todo lo que pudo en un golpe cruzado alcanzando el pecho del alfio. El pectoral sagrado hecho de lana de arietus, un tipo de carnero salvaje que habita en los subterráneos, quedó desgarrado por el zarpazo; el símbolo del rayo hecho con piedras de ámbar y bordado con láminas de oro quedó totalmente destrozado, mientras que en la armadura habían quedado las tres rayas marcadas por el golpe. Enfurecido Ónor-ious dio un gran grito evocando el nombre de su dios al tiempo que propinaba un hachazo al troll logrando cercenar la mano izquierda del temible fomor, cauterizando de inmediato a causa de las flamas de la sulfurída. El troll chilló de dolor y atacó nuevamente al alfio al cual casi le triplicaba la estatura. El sacerdote se defendió nuevamente moviéndose de un lado a otro; sorpresivamente la arrugada creatura se inclinó lanzando una bestial mordida de donde exhaló un pútrido aliento, que sería el último, puesto que Ónor-ious pasó bajo el cuerpo del troll y le clavó el hacha flamígera en el pecho, partiéndole el esternón, mientras su piel era consumida por el -de cierto modo- mágico cuerpo de la sulfurída, puesto que el fuego solo daña aquello que los sulfos quieren.         
La batalla era encarnizada. Los alfios enfrentaban a los ejércitos de orcos, ogros y trolls con ferocidad y valentía, pero los gobleinz y fomori respondían con bestial crueldad y furia haciendo caer a muchos Cabezas Cuadradas. No parecía inclinarse la balanza para ninguno de los dos bandos; cientos de cuerpos yacían por todo el campo de batalla, tanto de alfios como de orcos, ogros y trolls, aunque de vez en vez algunos trolls que aparentaban haber caído esperaban el tiempo suficiente para recuperarse de las heridas y levantarse para volver a atacar totalmente recuperados.
El joven acólito de Taranis, Makss-ious, se percató que podían acabar con todos los orcos y ogros, pero que eliminar a los trolls les iba a causar muchas bajas. A pesar de su juventud Makss-ious conocía bastante de la guerra y no era cómo el típico alfio que se lanzaba al combate de manera valiente sí, pero irracional. A sus escasos 42 años (algo así como 16 años humanos) ya había estado en enfrentamientos en el Hipogeo contra gobleinz y fomori. Desde los 20 años enfrentó primero a trasgos y kobolds como parte regular del entrenamiento alfio, a los 25 entró a la orden como acólito aprendiendo no solo el uso de las armas y armaduras o su construcción, si no también historia militar, matemáticas, lenguajes antiguos y religión. Conocía que los fomori y gobleinz no se aliaban más que cuando un tercero, generalmente un ser más poderoso, los reunía, nunca era por su propia iniciativa. También conocía que eran criaturas, por lo general, cobardes e impresionables, por lo que pensó que si lograban derrotar al líder de los trolls -por lo regular la hembra más fuerte de todos- caería su ánimo y podrían vencerlos más fácilmente. Fue recorriendo el campo con una antorcha en mano quemando cualquier troll que pudiera ser sospechoso de levantarse al tiempo que daba una pequeña oración.
-Trasciende o nos volveremos a ver. Belenus te purifique- decía cada vez que le prendía fuego a algún cuerpo.
Mientras el joven alfio recorría el lugar quemando cuerpos encontró lo que buscaba, a unos diez metros de él logro verla: era el más alto de todos los trolls sobrepasando los 3 metros, de un extremo de su cráneo sobresalía una grasosa madeja enredada que caía simulando una larga trenza, su enorme y verrugosa nariz llena de mucosidades amarillas inhalaba el aire cómo lo hacen las bestias acorraladas y cargaba una enorme guadaña negra con un ónix adornándola que manejaba con gran habilidad. La observó moverse y atacar con precisión e inteligencia muy superior a los de su especie.
Cada que eliminaba a una cantidad determinada de enemigos gritaba festejándolo haciendo alusión a que portaba el arma.
Los trolls no construían armas y si llegaban a utilizar alguna eran de los enemigos vencidos pero no tendían a valorarlas. Cuando de vez en vez algún troll aparecía con un buen manejo de algún arma había recibido entrenamiento seguramente, lo que corroboraba sus sospechas. Quien fuera que estuviera detrás de los ejércitos de gobleinz y fomori había además conseguido al troll más inteligente que nunca hubiera existido.
Cuando Whuul-ious vio a la líder de los trolls levantó su pesada hacha de 8 kgs con una mano y lanzó un gran grito para llamar la atención de la creatura que le respondió lanzándole una mirada directa a los ojos y con un grito bestial que dejó ver sus sucios y desagradables dientes puntiagudos.
Whuul-ious corrió sosteniendo el hacha con ambas manos al mismo tiempo que la troll daba enormes zancadas con sus largas y delgadas piernas similares a raíces de árbol.

Quien lanzó el primer golpe fue la troll levantando el arma que se sostenía con dos protuberancias a lo largo de una vara negra de tres metros que remataba con la curvada y delgada hoja que terminaba en una afilada punta. El ónix que le adornaba estaba grabado con la forma de una calavera de troll. La guadaña negra inició su búsqueda mortal justo a 60 cms. del suelo, la mitad exacta de lo que el alfio promedio mide, de esa manera la líder de los trolls llevaba varias muertes debido a que no podía esquivarse el golpe haciéndose a un lado pues la trayectoria de la guadaña alcanzaba penetrando por un costado para después rebanar piel y partir huesos. Si alguien intentaba agacharse nunca era lo suficientemente rápido y terminaba perdiendo la cabeza y si intentaba saltar se olvidaban de sus piernas, terminando tendidos en el suelo mientras otros le remataban. El capitán alfio era un experto combatiente sobreviviente de muchas batallas contra gobleinz, fomori y svartalfos, había enfrentado incluso en un par de ocasiones a dragones de las montañas logrando matar a uno con cuya piel había realizado verdaderas obras de arte en Alfheim. Debido a esa experiencia no se lanzó alzando el hacha sobre su cuerpo lo cual seguramente hubiera hecho que lo partieran de tajo, mantuvo el hacha a la altura de poder realizar un ataque pero una buena defensa y cuando sintió que la guadaña se acercaba, lanzó un hachazo cruzado con todas sus fuerzas y se afianzó como pudo a tierra firme, haciendo que ambas armas chocaran. El tremendo golpe tomó por sorpresa a la troll que estuvo a punto de perder el arma que tuvo que sostener como pudo haciendo que se le rompiera el brazo, sin que le importara demasiado pues bien sabía que sanaría en unos cuantos minutos.
La guadaña colgó inclinada del lado derecho de la líder troll que atacó con rapidez con la mano sana logrando clavar sus garras a través de la armadura de bandas justo en el costado derecho del alfio. Whuul-ious hizo una mueca de dolor y arremetió con golpes que acertaron entre el brazo y costado de su enemigo pero los cortes de las heridas sanaban casi frente a sus ojos, la troll contraatacó nuevamente con la guadaña ya recuperada por completo su fractura, esta vez el alfio giró con una maroma hacia delante evadiendo el golpe letal lanzado por su oponente lo que le permitió colocarse cerca de sus extremidades, donde lanzó su feroz ataque haciendo que su enorme hacha se balanceara de lado a lado cortando cual frágil leña las piernas de la creatura. La líder troll cayó hacia enfrente pero eso no la detuvo se arrastró para continuar combatiendo, aunque ya sin la guadaña su peligrosidad parecía disminuida. Cuando Whuul-ious recibió el garrazo en la cara su vista se nubló y sus 67 kgs tambalearon; sin embargo su coraje no se nubló y atestó dos hachazos que cortaron, primero una garra y después la otra, aunque la inercia terminó haciendo que el alfio cayera de cara a la tierra. Mientras se levantaba lleno de sangre y tierra el capitán de los Cabezas Cuadradas escuchó lo que le pareció una risa emanada de la creatura; era cierto la líder de los trolls se estaba carcajeando mientras yacía sin piernas ni manos en el suelo. Cuando los dos pies de 3 largos dedos con garras al frente y un espolón atrás y las dos manos de la creatura se acercaron atacando solas al alfio, Whuul-ious entendió lo que le parecía tan gracioso a la troll, pues aunque no era probable que las lentas garras independientes de la creatura pudieran matar realmente al alfio si podían herirlo y lo entretendrían lo suficiente como para que su enemigo dejara que la naturaleza de su sangre hiciera su trabajo regenerándole los miembros perdidos.
Ónor-ious llegó al lugar en ese instante portando el hacha de fuego gracias al cuerpo de la súlfurida.
-Tenemos que ayudar al capitán- dijo Makss-ious
-Es su batalla, si intervenimos deshonraríamos su nombre. Además si el capitán vence se demostrará que los alfios somos más fuertes que los trolls- afirmó Ónor-ious
-Esto no se trata de ver quién es más fuerte Ónor-ious. Sabes tan bien como yo que esta alianza es irregular. Estuve observando a la líder, el arma que carga parece de diseño svartalfo y me parece que esta imbuida por hechicería oscura-
-¡Malditos svartalfos! ¡Deben ser las Meigas de Antubel!-
-Por eso debemos ayudarle. Los enemigos no están peleando limpio- aseguró el joven acólito
-Aún así los alfios tenemos honor, ya no está en nosotros intervenir Makss-ious, si no en los dioses-
El capitán había logrado hacer pedazos los miembros independientes del troll que le atacaron pero la líder ya se había regenerado y se dirigía con la intención de recuperar su arma cuando Whuul-ious le lanzó el hachazo que golpeó el pecho de la troll echándola un poco hacia atrás, permitiendo que el alfio sacara el hacha para atestarle otro golpe, justo en ese instante la súlfurida saltó del hacha de Ónor-ious a la hoja de Whuul-ious sin que nadie se lo pidiera, cuando la hoja flamígera tocó la arrugada piel el olor a carne quemada se desprendió de inmediato de la creatura que lanzó un horrible chillido dejando el rictus de dolor marcado en su cara cuando la cabeza cayó al suelo.
Whuul-ious volteó a mirar su hacha notando como las llamas se iban apagando lentamente. El tiempo que los sulfos aparecen para ayudar cuando son enviados por algún acto de fe es limitado y muy variable dependiendo siempre del dios que los haya enviado. Antes de que las flamas se extinguieran por completo el capitán habló:
-¿Tienes nombre sulfo?-
-Pyria...soy súlfurida- fue lo último que dijo y se extinguió.
Cuando los ejércitos restantes de fomori vieron que la líder troll había caído huyeron desbandados y aunque normalmente los alfios perseguían a sus enemigos hasta exterminarlos en esta ocasión no lo hicieron por que lograron convencer al capitán que debían llegar con los elfos pues la amenaza parecía ser más grande si incluía humanos, gobleinz, fomori y svartalfos todos en alianza. La historia marcaba que en la guerra de las razas los humanos, elfos, alfios y centauros habían enfrentado a trasgos, kobolds, orcos, ogros, trolls y fir-bolgs venciéndolos después de una larga campaña de años. Si ahora un ejército de esas proporciones se estaba aglutinando la amenaza del este era más amenazadora realmente.
Hicieron los ritos funerales apropiados para los caídos reuniendo los cadáveres en pilas que después encendieron. Con los cuerpos enemigos les rociaron agua hasta que se formaba lodo bajo ellos y los sacerdotes afirmaron entre cánticos que sí los guerreros alfios que los habían matado no trascendían, volvieran a enfrentarlos en otra vida y pudieran tener la revancha. Además rogaron a Dana, señora de la tierra que los recibiera en su seno. Cuando hubo terminado el ritual, el lodo se convirtió en piedra cubriendo todo el lugar con miles de rocas, borrando todo signo de batalla dando origen a lo que hoy se conoce como "las rocas del paso de Pyria", llamado así por la enorme piedra que tiene labrado ese nombre.
Después de un ligero descanso y de tratar las heridas de los soldados, 900 Cabezas Cuadradas continuaron su viaje que duró 20 días con los descansos para comer y dormir hasta que se encontraron con un batallón de  600 svartalfos que estaba por atacar Bohemia la noche en que salía el Imrán.
Los números pueden parecer engañosos pues muy pocos que han visto pelear a un svartalfo han sobrevivido para contarlo.
Quien cree que los svartalfos solo son elfos "caídos de gracia" que viven en ciudades subterráneas y difieren por tener una sociedad matriarcal dominante, no tiene idea alguna del por qué el epítome de elfos oscuros.


Si a Whuul-ious capitán de los Cabezas Cuadradas no le agradaban los elfos por considerarlos banales, detestaba a los svartalfos pues consideraba el grado máximo de banalidad el origen de la subraza élfica. Originalmente los elfos se organizaban en un matriarcado fuerte pero no opresor, después de la guerra de razas donde Mithedil tuvo una gran participación muchos elfos -y elfas- quisieron coronarlo rey. Un grupo de elfas -y elfos- no estuvieron de acuerdo y se encarnizaron en una guerra civil.
Pelear por demostrar cual género es mejor ¡vaya banalidad! Venderte a los poderes de la oscuridad por querer que todos piensen igual que tu ¡vaya estupidez! Pero así sucedió, en vez de simplemente separarse en otra comunidad, se convirtieron en una subespecie al renunciar a Ilesus y a Cernunnos, padres de la primera elfa y negando a Dana como madre que da vida y a Esus como impulso creador de la naturaleza, abrazando la oscuridad, el caos y la destrucción de Antubel que los cubrió con su manto otorgándoles el color morado de su piel, aunque conservaron la marca plateada de Ilesus en sus cabellos. Recibieron también la habilidad de conjurar desde el negro abismo, hogar de la mismísima Antubel, una masa esférica de pura oscuridad de cerca de 6 mts de diámetro donde ningún ser -ni siquiera los svartalfos- podía ver; sin embargo también los dotó con una especie de sonar que funcionaba solamente en oscuridad total, por lo que podían realmente "ver" con el oído, lo que los convertía en peligrosísimos combatientes.
Además había enseñado las artes oscuras a algunas mujeres, naciendo así las Meigas, hechiceras y sacerdotisas de Antubel. Desde esa noche renunciaban a ser elfos y tomaron el nombre de su líder, Svarta. 
Al parecer el arribo de los alfios sorprendió al batallón svartalfo que se preparaba para atacar desde su campamento ubicado a una hora de distancia de Bohemia, pues cuando comenzaron a lanzar las bolas mágicas de oscuridad ya había caído más de un elfo de Antubel.
Cuando los enormes globos negros fueron formándose y la oscuridad lo cubrió todo, los elfos oscuros atacaron disparando sus saetas envenenadas con sus ballestas ligeras en los lugares donde "veían" por su sonar. Los svartalfos suelen utilizar distintos tipos de toxinas de hongos, esporas, helechos subterráneos, arácnidos, serpientes, reptiles y varios bichos más que hacen su hogar bajo la tierra. Por lo general cuando utilizan sus ballestas en la punta de las saetas gustan de llenarlas con un preparado que paraliza a la víctima hasta 12 hrs después de unos minutos de entrar en la sangre. Ya con sus enemigos paralizados demuestran su crueldad mutilando a sus oponentes, dejándolos hasta desangrarse. Los que tienen menos suerte son tomados prisioneros y viven como esclavos en las profundidades de la tierra, sometidos a los peores trabajos y más horribles tratos.
La resistencia de los alfios a las sustancias venenosas es más que conocida, pues trabajan en lugares donde la tierra expulsa gases, escarban entre rocas y arena donde en ocasiones brincan ciempiés con sustancias letales y aunque no los hace inmunes las dosis normales rara vez les causan algo más que un ligero hinchazón.
Ónor-ious sintió como el veneno comenzaba a correr por su sangre cuando la punta de la quinta saeta impactó en su pecho. Tenía que hacer algo. Aunque él cayera no debía permitir que los alfios continuaran sin poder ver a sus enemigos; caminó a tientas y se tiró al suelo con la cara al cielo, elevando una oración:
¡Oh Taranis! ¡Mira a tu siervo inutilizado por tus enemigos! ¡Oh Señor del rayo, tú que iluminas los cielos permite que sea tu luz la que nos muestre a nuestros enemigos, para vencerles con el estruendo de tu gloria!-
Una pálida luz resplandeció en color azul saliendo de la mano del Alfio, que sostenía un trocito del raro musgo fosforescente de las cavernas como ofrenda, llenando el área de los globos de oscuridad bordeando el contorno de las criaturas que ahí se encontraban. Siluetas azules de alfios y svartalfos se distinguieron fácilmente entre la oscuridad mágica. La tenue luz fue suficiente para que los Cabezas Cuadradas percibieran donde estaban sus enemigos y, aunque nadie le vio, Ónor-ious dibujó una sonrisa en su rostro y ya no se movió más.
250 Cabezas Cuadradas comenzaron la persecución sobre el ciento de svartalfos que huyeron rumbo al subterráneo donde continuó la lucha hasta la muerte. De este modo fue que los alfios intervinieron, permitiendo así salir al Imrán sanos y salvos.

Este es un proyecto que requiere mucho tiempo pues se trata del diseño de todo un mundo.
Una saga, que de momento queda en pausa, archivado en una carpeta junto con los conceptos principales, los mapas, el panteón y muchas, muchas notas.

El autor


3 comentarios:

  1. El inicio de una gran historia que promete grandes emociones a sus lectores y en lo personal espero con ancias la contunuacion.

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  2. Interesante, espero así también como Lord Gouki una continuación de esta historia, y efectivamente, como dice el comentario final, crear este tipo de literatura es bastante complejo, aunque es bastante gratificante escribirla y así también leerla.

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  3. Gracias a ambos por tomarse el tiempo de leer y comentar. Este es el Capítulo II, tengo por supuesto el uno y el tres, lo que hace un total de unas 60 páginas...

    Eduardo: Sí, esta literatura es bastante compleja, necesito terminar algunos escritos de otras historias que son más cortas y que requieren un poco menos de tiempo, para entonces poder dedicarme de lleno a este proyecto.

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