"La intervención de los alfios"
La Legendaria ENZE
Capítulo II
n una gran bóveda se encontraban reunidos los maestros de las distintas casas de artesanos identificables fácilmente por sus
símbolos: herreros, mineros, peleteros, orfebres, armeros, constructores,
joyeros y maestros de armas.
También estaban los jefes de los oficios, los sastres, destiladores, zapateros, panaderos y los capitanes de los ejércitos.
Sobre su trono el rey Ghob-ious II escuchaba las opiniones del pueblo de los alfios.
-¡Es un descaro! ¿Cómo se atreven? ¡Pedirnos ayuda!- decía indignado un alfio de negras barbas trenzadas, maestro orfebre.
-Son nuestros aliados, es lo normal- comentó otro
alfio de barbas abundantes pero perfectamente recortadas, maestro de joyeros.
-Desde que ayudamos a los elfos a derrotar a sus
hermanos los svartalfos nuestros pueblos hicieron un pacto. Siempre estaríamos
dispuestos a ayudarnos uno al otro- dijo Whak-ious, uno de los maestros
herreros más viejos.También estaban los jefes de los oficios, los sastres, destiladores, zapateros, panaderos y los capitanes de los ejércitos.
Sobre su trono el rey Ghob-ious II escuchaba las opiniones del pueblo de los alfios.
-¡Es un descaro! ¿Cómo se atreven? ¡Pedirnos ayuda!- decía indignado un alfio de negras barbas trenzadas, maestro orfebre.
-Así es, pero mientras nosotros seguimos peleando acá
abajo, en el Hipogeo, contra svartalfos, gobleinz y fomori ellos jamás acudieron
a ayudarnos- exclamó Whuul-ious, uno de los capitanes del ejército de
"Cabezas Cuadradas", llamados así por la forma de sus cascos.
El comentario del capitán disparó gritos de apoyo que llenaron el lugar. Era verdad, en todos los años desde la gran alianza los
elfos no se habían preocupado más por sus hermanos oscuros gracias a la
intervención de los alfios. Los svartalfos habían sido expulsados de Elforia
con ayuda de la intervención del ejército alfio; los expatriados se agruparon
para ir a habitar en las profundidades de la tierra donde construyeron ciudades
y se asentaron en una organización matriarcal, adorando a la oscuridad, rechazando
al sol y a la luz. Así Svarta, la líder de todos ellos se convirtió en sacerdotisa
de Antubel, la señora de la oscuridad. Los alfios habían mantenido guerra
constante desde entonces siempre que se encontraban en las profundidades del
Hipogeo, así como contra los gobleinz y fomori que también se alojaron dentro
de los subterráneos.
El rey levantó una mano para que todos guardaran
silencio, una vez acallado el alboroto, habló solemnemente:
-Es verdad lo que hablas Whuul-ious, los elfos jamás
nos han ayudado. Ni una sola batalla, ni un combate. En ningún enfrentamiento
contra svartalfos, gobleinz o fomori, ni siquiera en la batalla contra la
alianza de Fir-bolgs y Trolls,
en las minas abandonadas de Hallstatt, donde mi padre fue muerto. Su
supuesto amigo, Mithedil rey de los elfos solo envió sus condolencias y ni
siquiera presentó sus respetos en el funeral. Pero tomemos en cuenta que jamás
les hemos pedido ayuda, ni a ellos, ni a los humanos. Nuestro deber ha sido
trabajar en nuestros oficios y la guerra se ha vuelto un oficio más, en donde
también superamos a las otras razas. Somos sus protectores, aún cuando ellos no
lo agradezcan. Mi padre dio su promesa de ayudar a los elfos y los alfios sí
tenemos palabra y honor-
-Pero señor, las patrullas del sur indican un gran
movimiento de gobleinz y fomori; orcos y ogros para ser exactos. Si enviamos
refuerzos a los elfos descuidaríamos las defensas del fuerte- comentó
Barkh-alfia, capitana de los ejércitos de las Belenias, las guerreras santas
del dios del fuego.
-Los alfios tenemos palabra y honor. Whuul-ious,
prepara a los Cabezas Cuadradas, irán a la superficie a ayudar a los elfos-
dijo el rey.
La orden había sido dada, el alfio se dispensó de
acuerdo a la costumbre bebiendo hasta el fondo del enorme tarro la espumosa
bebida de la corte, sagrada para todos ellos y que tenían prohibido pronunciar
su nombre delante de otras razas, si había otros presentes se referían a ella
como "la bebida de los dioses".
Los Cabezas Cuadradas marcharon por los túneles que
conducirían fuera del fuerte "Hacha de Zafiro" para recorrer el
Hipogeo hasta encontrar una de las salidas hacia la superficie. A Whuul-ious su
capitán no le agradaban los elfos, los consideraba banales, siempre metidos en
sus bailes y fiestas perdiendo el tiempo en sus banquetes y festividades.
Consideraba un insulto lo que habían hecho con el regalo del rey Ghob-ious, el
árbol de Belenus. Los elfos habían tomado las semillas del fruto y hecho el
blisdorf, seguramente en un intento de imitar la bebida de los dioses, cuando
el árbol otorgaba otras cualidades como que sus vapores alivian los dolores de
muelas y si se utiliza en ungüento, mezclado con las plantas apropiadas, los espíritus
de los ctonos te protegen.
Whuul-ious no entendía como los elfos siendo bendecidos por Urd, norna del pasado, no aprovechaban la bendición del don otorgado en maneras más prácticas como el trabajo. Los alfios vivían mucho menos que ellos (aunque más que los humanos) y dedicaban su vida y existencia a hacer algo, pues creían que la única manera de alcanzar la otra vida era creando algo que perdurara, fuera por su calidad, su utilidad, aplicación o
beneficio. Por ello eran una raza artesana y guerrera; aunque existían los
alfios sacerdotes que entendían de los dioses y conocían de los sulfus y
sulfúridas, silfos y sílfides, óndulos y ondinas; y de los ctonos, espíritus de la tierra. Aún los sacerdotes sabían de guerra y los guerreros no
desconocían de algún arte, aunque jamás con la maestría de los verdaderos artesanos.
Los Cabezas Cuadradas alcanzaron la calzada de la triada de los dioses artesanos Goibhniu, Luchta y Creidhne, hasta llegar a las puertas del fuerte y salir con dirección de alguna de las gargantas que los llevarían a la superficie. 1600 alfios con la encomienda de ayudar a los elfos, poniéndose a las órdenes de la corte del rey Mithedil. Las tropas alcanzaron la superficie en las planicies del paso del Nignoashe, por las montañas insoportables que se alarga desde los páramos helados cruzando por Nuimgard hasta llegar a la baja Cernunnia, donde decidieron tomar un descanso y levantar el campamento.
-¡Capitán, capitán!- gritó la voz del explorador que
regresaba.
-¿Que ocurre Pitt-ious? ¿Por qué el escándalo?-
refunfuñó Whuul-ious que se encontraba degustando de una cabra montés en
estofado.
-Capitán. Detrás de las colinas, se acerca un ejército
enemigo- dijo Pitt-ious
-¡Vaya buenas noticias al fin!- El capitán se levantó
dejando a medias su merienda se puso su yelmo cuadrado y tomó sus armas.
-¡Alfios! ¡Cabezas Cuadradas, enemigo detrás de las
colinas! ¡A la batalla!- gritó Whuul-ious al tiempo que se movía corriendo en
dirección al lugar.
Los cuernos sonaron alertando la orden y gritos de -"a las colinas"- se
dejaban escuchar por todo el campamento. Toda la tropa alfia corría rumbo a las
colinas como si hubiesen descansado toda la noche.
Verán cualquier capitán de un ejército del mundo, de cualquier raza hubiera requerido
información del enemigo, el número de tropas estimado, si contaban o no con máquinas
de guerra, caballería o guardia montada, etc. Pero no era el caso de los
capitanes alfios, ellos si un explorador volvía diciendo "enemigo",
solo preguntaban "¿dónde?" y se lanzaban a atacar al tiempo que a
media marcha y entre gritos avisaban a sus hombres.
-¡Orcos!- gritaron en un extremo algunos alfios.
Muchos se apresuraron hacia esa dirección. Los choques de las hojas de las hachas
alfias y las khukthik, las espadas de los orcos, se escuchaban como en
un compás de una música que indicaba ferocidad pura.
-¡Ogros!-
se escuchó en otro extremo del campo de batalla.
Un tanto más corrió en dirección indicada. Aunque los ogros doblaban en estatura
al más alto de los alfios eso no era un impedimento para enfrentarlos, por el
contrario las diferencias de tamaño eran una ventaja para los movimientos de
los guerreros alfios que podían pasar con facilidad entre las piernas de los
ogros y atestar tremendos hachazos en las partes más sensibles de los
gigantones fomori. Era como sí lucharan contra árboles que se movían con
tosquedad y cierta torpeza, aunque cuando lograban dar algún golpe con sus
garrotes eran capaces de abollar armaduras y romper costillas. Si uno de los
golpes daba en alguien que no trajera casco podía partirle el cráneo con
facilidad; además la fuerza imprimida en el garrotazo era capaz de arrojar a
los oponentes a metros de distancia.
Un ogro avanzaba con el garrote en mano dando golpes a diestra y siniestra
alejando todo oponente que intentara acercarse. Varios alfios se lanzaron al
mismo tiempo pero fueron impactados por los golpes del fomor que parecía ser un
experto guerrero entre los de su especie.
Los alfios no tienen arqueros, tienden a despreciarlos pues consideran hasta cierto
grado que es un acto de cobardía atacar a distancia pudiendo hacerlo cuerpo a
cuerpo demostrando en realidad quien es el más fuerte, después de todo de eso
se trata la guerra para ellos.
Un alfio observó al ogro avanzando sin que nadie pudiera pararlo. Se detuvo un
instante y descolgó de su espalda una caja de un metro de largo de la cual sacó
varios objetos de metal que terminó armando después de algunos minutos para
convertirlos en una pica. El asta medía casi los tres metros por lo que el
alfio arrancó cargando con todo su peso con la pica por delante, cuando el ogro
lo vio acercarse lo esperó suponiendo la misma distancia de golpe con el que
había podido sacudirse del resto de enemigos. Se dio cuenta tarde de su error
cuando sintió a través de la cetrina piel cómo le atravesaba la punta de la
lanza. El alfio soltó el control del asta cuando sintió que había impactado en
el cuerpo del fomor para tomar su maza y soltar dos golpes que impactaron, uno en la rodilla derecha que se quebró haciendo que el ogro cayera de bruces y otro en la quijada que desfiguró el de por si feo rostro de la creatura.
Aún así el ogro lanzó un garrotazo que el alfio logró eludir apenas logrando hacerse a un lado con un salto. Una lluvia de mazazos cayó sobre el
ensangrentado rostro del fomor hasta que el alfio se aseguró de que estaba
muerto. Arrancó la pica y con una paciencia increíble la limpió haciendo lo
mismo con la maza. Desarmó el asta para volverla a guardar en su estuche de
manera completamente ritualística sin importar que la batalla continuaba a su
alrededor. El alfio era un joven acólito de la orden religiosa de Taranis que
los alfios reverenciaban no solo como señor del rayo, el trueno y el relámpago,
si no como señor de la guerra y las batallas, por lo tanto para Makss-ious la
guerra era algo sagrado.
Más adelante en el campo de batalla las carcajadas de un ensangrentado Whuul-ious
se dejaron escuchar fuertemente. Su mano apuntaba a una horda de enemigos que
se acercaban, el grito de un teniente que le acompañaba hizo que todos los
Cabezas Cuadradas se dirigieran hacia donde apuntaba el capitán.
-¡Trolls!- fue lo que gritó
De las tres razas fomori, ogros, fir-bolgs y trolls, estos últimos son los más
peligrosos. Aunque el ogro promedio mida 2.70 y golpee fuertemente con su arma
preferida (que es el garrote) y aunque los fir-bolgs pasen de los 4 metros y
ataquen con sus marros de piedra; los trolls a pesar de su aparente escuálida
apariencia esconden detrás de esa arrugada y verdosa piel, que simula alguna
corteza de árbol viejo con moho, una fuerza descomunal. El troll promedio alcanza
los 3 metros y al contrario que los otros fomori es bastante ágil, sus largos y
desproporcionados brazos terminan en unas grandes manos con delgados dedos de
afiladas uñas, similares a la de los puñales que cargan los asesinos.
También atacan cuando logran sostener a un enemigo con una poderosa mordida, pues poseen afilados dientes; además de eso, al correr sangre de hidra por sus venas sus heridas sanan en pleno combate y pueden llegar a regenerar miembros cercenados en ocasiones.
Cuando Ónor-ious, el sacerdote, escuchó el grito del teniente alzó sus brazos hacia al cielo y elevó con potente voz una oración, mirando hacia la estrellada bóveda
celeste.
¡Oh Taranis! ¡Tú que con tu mazo forjas en las fraguas de Belenus el hacha de fuego
con la que cortas los cielos creando rayos y relámpagos! ¡Tú que miras cómo los
alfios dedicamos nuestras vidas a defender la tierra para que queden creaturas
inteligentes que adoren tu nombre hazles saber a nuestros enemigos que también
son los tuyos y que teman tu estruendo! ¡Oh Taranis a ti clamo por ayuda!-
Un relámpago iluminó el cielo seguido de un aturdidor sonido y un rayo partió la
rama de un solitario árbol a unos metros alejado del sacerdote. El fuego
comenzó a surgir de la madera y de las llamas brotaron varias flamas en forma
de pequeños humanoides de no más de 30 cms. Eran los sulfos y súlfuridas,
creaturas hechas de fuego mismo y que solo podían ser invocados por medio de
arcanos conjuros mágicos o una firme fe forjada en la disciplina y los estudios
del sacerdocio. Una súlfurida se arrojó directamente sobre el hacha de
Ónor-ious envolviéndola en los ardientes fuegos de su cuerpo formando así una
hoja llameante, el alfio se lanzó entonces al ataque de uno de los cientos de
trolls que estaban en el lugar.
El troll lanzó varios manotazos con sus afiladas uñas sin acertar en el pequeño
blanco que se movía esquivando sus intentos por penetrar la armadura de bandas
de acero, hasta que en un intento el largo brazo izquierdo se extendió todo lo
que pudo en un golpe cruzado alcanzando el pecho del alfio. El pectoral sagrado
hecho de lana de arietus, un tipo de carnero salvaje que habita en los
subterráneos, quedó desgarrado por el zarpazo; el símbolo del rayo hecho con
piedras de ámbar y bordado con láminas de oro quedó totalmente destrozado,
mientras que en la armadura habían quedado las tres rayas marcadas por el
golpe. Enfurecido Ónor-ious dio un gran grito evocando el nombre de su dios al
tiempo que propinaba un hachazo al troll logrando cercenar la mano izquierda
del temible fomor, cauterizando de inmediato a causa de las flamas de la
sulfurída. El troll chilló de dolor y atacó nuevamente al alfio al cual casi le
triplicaba la estatura. El sacerdote se defendió nuevamente moviéndose de un
lado a otro; sorpresivamente la arrugada creatura se inclinó lanzando una bestial
mordida de donde exhaló un pútrido aliento, que sería el último, puesto que
Ónor-ious pasó bajo el cuerpo del troll y le clavó el hacha flamígera en el
pecho, partiéndole el esternón, mientras su piel era consumida por el -de
cierto modo- mágico cuerpo de la sulfurída, puesto que el fuego solo daña
aquello que los sulfos quieren.
La batalla era encarnizada. Los alfios enfrentaban a los ejércitos de orcos, ogros
y trolls con ferocidad y valentía, pero los gobleinz y fomori respondían con
bestial crueldad y furia haciendo caer a muchos Cabezas Cuadradas. No parecía
inclinarse la balanza para ninguno de los dos bandos; cientos de cuerpos yacían
por todo el campo de batalla, tanto de alfios como de orcos, ogros y trolls,
aunque de vez en vez algunos trolls que aparentaban haber caído esperaban el
tiempo suficiente para recuperarse de las heridas y levantarse para volver a
atacar totalmente recuperados.
El joven acólito de Taranis, Makss-ious, se percató que podían acabar con todos
los orcos y ogros, pero que eliminar a los trolls les iba a causar muchas
bajas. A pesar de su juventud Makss-ious conocía bastante de la guerra y no era
cómo el típico alfio que se lanzaba al combate de manera valiente sí, pero
irracional. A sus escasos 42 años (algo así como 16 años humanos) ya había
estado en enfrentamientos en el Hipogeo contra gobleinz y fomori. Desde los 20
años enfrentó primero a trasgos y kobolds como parte regular del entrenamiento
alfio, a los 25 entró a la orden como acólito aprendiendo no solo el uso de las
armas y armaduras o su construcción, si no también historia militar,
matemáticas, lenguajes antiguos y religión. Conocía que los fomori y gobleinz
no se aliaban más que cuando un tercero, generalmente un ser más poderoso, los
reunía, nunca era por su propia iniciativa. También conocía que eran criaturas,
por lo general, cobardes e impresionables, por lo que pensó que si lograban
derrotar al líder de los trolls -por lo regular la hembra más fuerte de todos-
caería su ánimo y podrían vencerlos más fácilmente. Fue recorriendo el campo
con una antorcha en mano quemando cualquier troll que pudiera ser sospechoso de
levantarse al tiempo que daba una pequeña oración.
-Trasciende o nos volveremos a ver. Belenus te purifique- decía cada vez que le prendía fuego a algún cuerpo.
Mientras el joven alfio recorría el lugar quemando cuerpos encontró lo que buscaba, a
unos diez metros de él logro verla: era el más alto de todos los trolls
sobrepasando los 3 metros, de un extremo de su cráneo sobresalía una grasosa
madeja enredada que caía simulando una larga trenza, su enorme y verrugosa
nariz llena de mucosidades amarillas inhalaba el aire cómo lo hacen las bestias
acorraladas y cargaba una enorme guadaña negra con un ónix adornándola que
manejaba con gran habilidad. La observó moverse y atacar con precisión e
inteligencia muy superior a los de su especie.
Cada que eliminaba a una cantidad determinada de enemigos gritaba festejándolo
haciendo alusión a que portaba el arma.
Los trolls no construían armas y si llegaban a utilizar alguna eran de los enemigos
vencidos pero no tendían a valorarlas. Cuando de vez en vez algún troll
aparecía con un buen manejo de algún arma había recibido entrenamiento
seguramente, lo que corroboraba sus sospechas. Quien fuera que estuviera detrás
de los ejércitos de gobleinz y fomori había además conseguido al troll más
inteligente que nunca hubiera existido.
Cuando Whuul-ious vio a la líder de los trolls levantó su pesada hacha de 8 kgs con
una mano y lanzó un gran grito para llamar la atención de la creatura que le
respondió lanzándole una mirada directa a los ojos y con un grito bestial que
dejó ver sus sucios y desagradables dientes puntiagudos.
Whuul-ious corrió sosteniendo el hacha con ambas manos al mismo tiempo que la troll daba enormes zancadas con sus largas y delgadas piernas similares a raíces de árbol.
Quien lanzó el primer golpe fue la troll levantando el arma que se sostenía con dos
protuberancias a lo largo de una vara negra de tres metros que remataba con la
curvada y delgada hoja que terminaba en una afilada punta. El ónix que le
adornaba estaba grabado con la forma de una calavera de troll. La guadaña negra
inició su búsqueda mortal justo a 60 cms. del suelo, la mitad exacta de lo que
el alfio promedio mide, de esa manera la líder de los trolls llevaba varias
muertes debido a que no podía esquivarse el golpe haciéndose a un lado pues la
trayectoria de la guadaña alcanzaba penetrando por un costado para después
rebanar piel y partir huesos. Si alguien intentaba agacharse nunca era lo
suficientemente rápido y terminaba perdiendo la cabeza y si intentaba saltar se
olvidaban de sus piernas, terminando tendidos en el suelo mientras otros le
remataban. El capitán alfio era un experto combatiente sobreviviente de muchas
batallas contra gobleinz, fomori y svartalfos, había enfrentado incluso en un
par de ocasiones a dragones de las montañas logrando matar a uno con cuya piel
había realizado verdaderas obras de arte en Alfheim. Debido a esa experiencia
no se lanzó alzando el hacha sobre su cuerpo lo cual seguramente hubiera hecho
que lo partieran de tajo, mantuvo el hacha a la altura de poder realizar un
ataque pero una buena defensa y cuando sintió que la guadaña se acercaba, lanzó
un hachazo cruzado con todas sus fuerzas y se afianzó como pudo a tierra firme,
haciendo que ambas armas chocaran. El tremendo golpe tomó por sorpresa a la
troll que estuvo a punto de perder el arma que tuvo que sostener como pudo
haciendo que se le rompiera el brazo, sin que le importara demasiado pues bien
sabía que sanaría en unos cuantos minutos.
La guadaña colgó inclinada del lado derecho de la líder troll que atacó con rapidez
con la mano sana logrando clavar sus garras a través de la armadura de bandas
justo en el costado derecho del alfio. Whuul-ious hizo una mueca de dolor y
arremetió con golpes que acertaron entre el brazo y costado de su enemigo pero
los cortes de las heridas sanaban casi frente a sus ojos, la troll contraatacó
nuevamente con la guadaña ya recuperada por completo su fractura, esta vez el
alfio giró con una maroma hacia delante evadiendo el golpe letal lanzado por su
oponente lo que le permitió colocarse cerca de sus extremidades, donde lanzó su
feroz ataque haciendo que su enorme hacha se balanceara de lado a lado cortando
cual frágil leña las piernas de la creatura. La líder troll cayó hacia enfrente
pero eso no la detuvo se arrastró para continuar combatiendo, aunque ya sin la
guadaña su peligrosidad parecía disminuida. Cuando Whuul-ious recibió el
garrazo en la cara su vista se nubló y sus 67 kgs tambalearon; sin embargo su
coraje no se nubló y atestó dos hachazos que cortaron, primero una garra y después
la otra, aunque la inercia terminó haciendo que el alfio cayera de cara a la
tierra. Mientras se levantaba lleno de sangre y tierra el capitán de los
Cabezas Cuadradas escuchó lo que le pareció una risa emanada de la creatura;
era cierto la líder de los trolls se estaba carcajeando mientras yacía sin
piernas ni manos en el suelo. Cuando los dos pies de 3 largos dedos con garras al
frente y un espolón atrás y las dos manos de la creatura se acercaron atacando
solas al alfio, Whuul-ious entendió lo que le parecía tan gracioso a la troll,
pues aunque no era probable que las lentas garras independientes de la creatura
pudieran matar realmente al alfio si podían herirlo y lo entretendrían lo
suficiente como para que su enemigo dejara que la naturaleza de su sangre
hiciera su trabajo regenerándole los miembros perdidos.
Ónor-ious llegó al lugar en ese instante portando el hacha de fuego gracias al cuerpo de la súlfurida.
-Tenemos que ayudar al capitán- dijo Makss-ious
-Es su batalla, si intervenimos deshonraríamos su nombre. Además si el capitán
vence se demostrará que los alfios somos más fuertes que los trolls- afirmó
Ónor-ious
-Esto no se trata de ver quién es más fuerte Ónor-ious. Sabes tan bien como yo que
esta alianza es irregular. Estuve observando a la líder, el arma que carga
parece de diseño svartalfo y me parece que esta imbuida por hechicería oscura-
-¡Malditos svartalfos! ¡Deben ser las Meigas de Antubel!-
-Por eso debemos ayudarle. Los enemigos no están peleando limpio- aseguró el joven
acólito
-Aún así los alfios tenemos honor, ya no está en nosotros intervenir Makss-ious,
si no en los dioses-
El capitán había logrado hacer pedazos los miembros independientes del troll que
le atacaron pero la líder ya se había regenerado y se dirigía con la intención
de recuperar su arma cuando Whuul-ious le lanzó el hachazo que golpeó el pecho
de la troll echándola un poco hacia atrás, permitiendo que el alfio sacara el
hacha para atestarle otro golpe, justo en ese instante la súlfurida saltó del
hacha de Ónor-ious a la hoja de Whuul-ious sin que nadie se lo pidiera, cuando
la hoja flamígera tocó la arrugada piel el olor a carne quemada se desprendió
de inmediato de la creatura que lanzó un horrible chillido dejando el rictus de
dolor marcado en su cara cuando la cabeza cayó al suelo.
Whuul-ious volteó a mirar su hacha notando como las llamas se iban apagando lentamente. El tiempo que los sulfos aparecen para ayudar cuando son enviados por algún acto de fe es limitado y muy variable dependiendo siempre del dios que los haya
enviado. Antes de que las flamas se extinguieran por completo el capitán habló:
-¿Tienes nombre sulfo?-
-Pyria...soy súlfurida- fue lo último que dijo y se extinguió.
Cuando los ejércitos restantes de fomori vieron que la líder troll había caído huyeron desbandados y aunque normalmente los alfios perseguían a sus enemigos hasta
exterminarlos en esta ocasión no lo hicieron por que lograron convencer al
capitán que debían llegar con los elfos pues la amenaza parecía ser más grande
si incluía humanos, gobleinz, fomori y svartalfos todos en alianza. La historia
marcaba que en la guerra de las razas los humanos, elfos, alfios y centauros
habían enfrentado a trasgos, kobolds, orcos, ogros, trolls y fir-bolgs venciéndolos
después de una larga campaña de años. Si ahora un ejército de esas proporciones
se estaba aglutinando la amenaza del este era más amenazadora realmente.
Hicieron los ritos funerales apropiados para los caídos reuniendo los cadáveres en pilas que después encendieron. Con los cuerpos enemigos les rociaron agua hasta que
se formaba lodo bajo ellos y los sacerdotes afirmaron entre cánticos que sí los
guerreros alfios que los habían matado no trascendían, volvieran a enfrentarlos
en otra vida y pudieran tener la revancha. Además rogaron a Dana, señora de la
tierra que los recibiera en su seno. Cuando hubo terminado el ritual, el lodo
se convirtió en piedra cubriendo todo el lugar con miles de rocas, borrando
todo signo de batalla dando origen a lo que hoy se conoce como "las rocas
del paso de Pyria", llamado así por la enorme piedra que tiene labrado ese
nombre.
Después de un ligero descanso y de tratar las heridas de los soldados, 900 Cabezas
Cuadradas continuaron su viaje que duró 20 días con los descansos para comer y
dormir hasta que se encontraron con un batallón de 600 svartalfos que estaba por atacar Bohemia la noche en que salía el Imrán.
Los números pueden parecer engañosos pues muy pocos que han visto pelear a un
svartalfo han sobrevivido para contarlo.
Quien cree que los svartalfos solo son elfos "caídos de gracia" que viven
en ciudades subterráneas y difieren por tener una sociedad matriarcal
dominante, no tiene idea alguna del por qué el epítome de elfos oscuros.
Si a Whuul-ious capitán de los Cabezas Cuadradas no le agradaban los elfos por considerarlos banales, detestaba a los svartalfos pues consideraba el grado máximo de banalidad el origen de la subraza élfica. Originalmente los elfos se organizaban en un matriarcado fuerte pero no opresor, después de la guerra de razas donde Mithedil tuvo una gran participación muchos elfos -y elfas- quisieron coronarlo rey. Un grupo de elfas -y elfos- no estuvieron de acuerdo y se encarnizaron en una guerra civil.
Pelear por demostrar cual género es mejor ¡vaya banalidad! Venderte a
los poderes de la oscuridad por querer que todos piensen igual que tu ¡vaya
estupidez! Pero así sucedió, en vez de simplemente separarse en otra comunidad,
se convirtieron en una subespecie al renunciar a Ilesus y a Cernunnos, padres
de la primera elfa y negando a Dana como madre que da vida y a Esus como
impulso creador de la naturaleza, abrazando la oscuridad, el caos y la
destrucción de Antubel que los cubrió con su manto otorgándoles el color morado
de su piel, aunque conservaron la marca plateada de Ilesus en sus cabellos. Recibieron
también la habilidad de conjurar desde el negro abismo, hogar de la mismísima
Antubel, una masa esférica de pura oscuridad de cerca de 6 mts de diámetro
donde ningún ser -ni siquiera los svartalfos- podía ver; sin embargo también
los dotó con una especie de sonar que funcionaba solamente en oscuridad total,
por lo que podían realmente "ver" con el oído, lo que los convertía
en peligrosísimos combatientes.
Además había enseñado las artes oscuras a algunas mujeres, naciendo así
las Meigas, hechiceras y sacerdotisas de Antubel. Desde esa noche
renunciaban a ser elfos y tomaron el nombre de su líder, Svarta.
Al parecer el arribo de los alfios sorprendió al batallón svartalfo que se
preparaba para atacar desde su campamento ubicado a una hora de distancia de
Bohemia, pues cuando comenzaron a lanzar las bolas mágicas de oscuridad ya
había caído más de un elfo de Antubel.
Cuando los enormes globos negros fueron formándose y la oscuridad lo cubrió todo, los
elfos oscuros atacaron disparando sus saetas envenenadas con sus ballestas
ligeras en los lugares donde "veían" por su sonar. Los svartalfos
suelen utilizar distintos tipos de toxinas de hongos, esporas, helechos subterráneos,
arácnidos, serpientes, reptiles y varios bichos más que hacen su hogar bajo la
tierra. Por lo general cuando utilizan sus ballestas en la punta de las saetas
gustan de llenarlas con un preparado que paraliza a la víctima hasta 12 hrs después
de unos minutos de entrar en la sangre. Ya con sus enemigos paralizados
demuestran su crueldad mutilando a sus oponentes, dejándolos hasta desangrarse.
Los que tienen menos suerte son tomados prisioneros y viven como esclavos en
las profundidades de la tierra, sometidos a los peores trabajos y más horribles
tratos.
La resistencia de los alfios a las sustancias venenosas es más que conocida, pues
trabajan en lugares donde la tierra expulsa gases, escarban entre rocas y arena
donde en ocasiones brincan ciempiés con sustancias letales y aunque no los hace
inmunes las dosis normales rara vez les causan algo más que un ligero hinchazón.
Ónor-ious sintió como el veneno comenzaba a correr por su sangre cuando la punta de la quinta saeta impactó en su pecho. Tenía que hacer algo. Aunque él cayera no
debía permitir que los alfios continuaran sin poder ver a sus enemigos; caminó
a tientas y se tiró al suelo con la cara al cielo, elevando una oración:
¡Oh Taranis! ¡Mira a tu siervo inutilizado por tus enemigos! ¡Oh Señor del rayo, tú
que iluminas los cielos permite que sea tu luz la que nos muestre a nuestros
enemigos, para vencerles con el estruendo de tu gloria!-
Una pálida luz resplandeció en color azul saliendo de la mano del Alfio, que
sostenía un trocito del raro musgo fosforescente de las cavernas como ofrenda,
llenando el área de los globos de oscuridad bordeando el contorno de las
criaturas que ahí se encontraban. Siluetas azules de alfios y svartalfos se
distinguieron fácilmente entre la oscuridad mágica. La tenue luz fue suficiente
para que los Cabezas Cuadradas percibieran donde estaban sus enemigos y, aunque
nadie le vio, Ónor-ious dibujó una sonrisa en su rostro y ya no se movió más.
250 Cabezas Cuadradas comenzaron la persecución sobre el ciento de svartalfos que
huyeron rumbo al subterráneo donde continuó la lucha hasta la muerte. De este
modo fue que los alfios intervinieron, permitiendo así salir al Imrán sanos y
salvos.
Este es un proyecto que requiere mucho tiempo pues se trata del diseño de todo un mundo.
Una saga, que de momento queda en pausa, archivado en una carpeta junto con los conceptos principales, los mapas, el panteón y muchas, muchas notas.
El autor
El inicio de una gran historia que promete grandes emociones a sus lectores y en lo personal espero con ancias la contunuacion.
ResponderEliminarInteresante, espero así también como Lord Gouki una continuación de esta historia, y efectivamente, como dice el comentario final, crear este tipo de literatura es bastante complejo, aunque es bastante gratificante escribirla y así también leerla.
ResponderEliminarGracias a ambos por tomarse el tiempo de leer y comentar. Este es el Capítulo II, tengo por supuesto el uno y el tres, lo que hace un total de unas 60 páginas...
ResponderEliminarEduardo: Sí, esta literatura es bastante compleja, necesito terminar algunos escritos de otras historias que son más cortas y que requieren un poco menos de tiempo, para entonces poder dedicarme de lleno a este proyecto.