miércoles, septiembre 29

"El Oni verde de la ira" (Ikari Midori Oni) Cap IV


Lo que voy a contarte sucedió un lunes 3 de Mayo.

Aguardo sentado sobre la incómoda silla de plástico, observando cómo pasa la gente de un lado a otro con sus caras de desesperación, angustia y preocupación. Es increíble que un lugar designado a realizar tantos beneficios pueda producir todos esos estados y sensaciones en las personas, en lugar de generar calma, esperanza y seguridad. Debo reconocer que, en lo personal, tampoco los hospitales son mis lugares favoritos, pero solamente por dos razones: En primera, tanto color blanco me enferma y en segunda, no se puede fumar. Después de la larga espera por fin vuelve a salir el médico que me entrega una receta que contiene la razón que me ha hecho ir a tan desagradable lugar, echo un vistazo y leo las letras escritas en tinta roja: “Centro cultural japonés. Objetivo, máscara Ikari Midori Oni”. Esa es la siguiente misión que me está dando "la Orden Roja". Pregunto cómo reconocerla y el galeno me da una foto donde se muestra una horripilante careta en color verde que expresa un aterrador gesto demoniaco y además posee dos prominentes cuernos en una tonalidad más oscura.

-Un momento NEGRO. No estoy dispuesto a seguir escuchándote si no me ofreces pruebas. Y tu gorro de Santa Claus no me es suficiente- de su mochila saca una hoja impresa donde muestra la Cruz Cruzada tal como la había descrito y además la foto de la horripilante máscara.

¿Suficiente?

-De momento si, continúa-

Salgo de la cruz roja y compro unos cigarros en una farmacia a media cuadra. Paradójico. Nunca he entendido por que en un establecimiento que tiene como objetivo proveer medios para el restablecimiento y cuidado de la salud, venden tabacos; una de las miles de contradicciones de este mundo incongruente.

Camino con rumbo al centro cultural japonés calculando arribar en aproximadamente una hora a mi paso; justo el tiempo preciso para que el día muera y comience a nacer la noche que me acompaña con sus características luces celestes y terrenas. Al parecer no es lo único que me hace compañía, desde que salí del hospital un auto ha seguido la misma ruta que yo a una distancia prudente pero notoria para cualquier persona lo suficientemente observadora. Corroboro que mi suposición no sea simple paranoia doblando en una esquina y deteniéndome para sustraer de mi mochila un libro al azar, el auto pasa disminuyendo la velocidad lo que hace que me ponga aún mas alerta. Para cuando tengo en mis manos el diccionario de sinónimos, logro ver de reojo cómo pasa el coche y noto que lleva dos personas, el conductor y un pasajero en la parte de atrás.

Leo la entrada de “inteligente”: lúcido, listo, ingenioso, hábil, capaz, talentoso, esclarecido, juicioso, entendido, penétrate, perspicaz… Yo le agregaría un sinónimo más: NEGRO. Continuo mi camino como si no me hubiera dado cuenta de nada, más me aseguro de que no me pierdan el rastro. Necesito averiguar quién me está siguiendo y porque.

En el centro cultural hay un pequeño teatro que las personas podrían creer que sirve para kabuki, una de las expresiones más conocidas del arte nipón; sin embargo no se utiliza para tales fines, si no para el Noh, un drama aristocrático que se remonta al siglo XIV, único por su lentitud, austeridad, belleza en lo sutil y formalidad; además del uso distintivo de máscaras. Suelen ser dramas breves no más largos de dos horas que se acompañan además de actores y vistosos trajes con cuatro músicos que tocan tres tipos diferentes de tambores y una flauta que es la única que conduce la melodía, la temática suele ser solemne y trágica aludiendo a simbolismos legendarios o históricos.

-Nunca había escuchado hablar del Noh-

Existen aproximadamente 250 obras para noh, clasificadas por temas; los hay misceláneos, de mujeres, de guerreros, de divinidades y de demonios. Los temas de demonios suelen tener un ritmo más rápido y se apoyan en el tambor llamado “taiko”, donde una rítmica danza lleva a su punto culminante.

Entro en el teatro mientras la música suena y los actores realizan su performance, trato de colarme hacia detrás del escenario imaginando donde puede estar la Ikari Midori Oni. Busco lo que serían los camerinos, el área de vestuario y de utilería, hasta que encima de una enorme caja de madera que contiene varios vistosos y coloridos atuendos, distingo la horripilante máscara verde junto con otras tantas más. Sacó la fotografía para compararlas y revisar que coincida cada detalle. Miro a mí alrededor para asegurarme de que nadie me observa, envuelvo la máscara en un lienzo de seda que encuentro a la mano y guardo el botín en el interior de mi mochila.

Tomo un pasillo que me conduce hacia la salida del teatro y arribo nuevamente a la calle con una facilidad que no me deja nada tranquilo, sin embargo no hay nadie que me detenga o me diga algo. Regreso rumbo al hospital percatándome nuevamente del automóvil que sigue mis pasos. Voy demasiado preocupado por las intenciones e identidades de los integrantes del vehículo que me vigila, que apenas me percato de la voz femenina que grita mi nombre tres veces.

-¿Tu nombre?-

Sí, mi nombre real por el que hace tanto tiempo nadie me dice, nadie excepto ella. Volteo después de asimilar que se dirige a mi persona y descubro a Blanca sonriéndome desde una camioneta.

-¡Hola! ¿A dónde vas?-

La miro un tanto cuanto confundido. Se ve hermosa, como siempre. Sus expresivos ojos me atrapan exactamente igual que la primera vez. Apenas si alcanzo a oírme lo que le respondo. Salgo poco a poco del aletargamiento mental cuando vuelve a hablar.

- Te llevo, yo voy para allá a recoger a Braulio-

El Dr. Braulio Brambila, su esposo, prominente médico, cirujano plástico; un individuo útil y funcional, para lo que se supone debe ser la existencia de acuerdo a los estándares que ha determinado la masa consensual.

Llegamos a la cruz roja y el hombre diez años mayor que ella ya está esperándola. Cuando me ve bajar de la camioneta hace el mismo gesto de desagrado que hago yo.

-Buenas noches- dice por pura educación

-Buenas noches Doctor B.B-

Tuerce la boca, odia que le diga así. Blanca se dirige a él como bebé como mote cariñoso, yo por supuesto lo hago por dos razones: debido a sus iniciales y por molestarlo. Él regresa la ofensa besando a su esposa, mi ex-novia, delante de mí. Siento como me quema el estómago, menos mal que estamos en un hospital.

Me despido de Blanca y me dirijo a buscar al médico que me dio la receta con la encomienda de la orden. Espero nuevamente sentado en la silla de plástico y me doy cuenta que la presencia de Blanca Barrera me hizo olvidar a los sujetos que me seguían, en eso estoy cuando una enfermera me dice que puedo pasar al cubículo del doctor.

-¿Tienes mi encargo?-

Abro mi mochila sin responder y con toda la calma posible tomo el lienzo de seda donde traigo envuelta la Ikari Midori Oni mientras observo el escritorio del doctor. Sobre el hay un recetario, un portaplumas metálico para tres bolígrafos, la clásica tira donde viene el nombre del médico grabado... Llama mi atención lo que está ahí: “Dr. Akiai”. Miro que el galeno no tiene un solo rasgo oriental. Para cuando tengo la máscara en mis manos he alcanzado a notar un par de portarretratos en donde no aparece la persona que espera con ansia que le entregue el paquete.

-¿Y qué hace exactamente?- pregunto sin darle el lienzo que conservo entre mis manos.

-Uhm… es una reliquia-

-No pregunté que es, si no que hace-

El doctor extiende su mano con cierto aire de desesperación. Observo mejor su vestimenta, es absolutamente blanca, por supuesto, exceptuando por la corbata en color azul. Eso no es normal, desde que trabajo para la orden los contactos siempre han llevado algo carmesí y lo único de ese color aquí es la cruz roja.

No me parece suficiente.

-Dame la máscara, lo que haga no es de tu incumbencia-

-Con gusto, solo dígame porque la quiere la orden-

-No es tu trabajo realizar preguntas-

-Quizás, pero para quedarme tranquilo ¿Qué es lo que hace exactamente la Ikari Midori Oni? No me gustaría cometer ningún error…-

-Quien obedece no se equivoca. Entrégame la maldita máscara infernal-

Niego con la cabeza y me pongo alerta pues descubro que una de las manos del doctor no está a la vista. Cuando trato de salir por la puerta un bisturí vuela zumbando cerca de una de mis orejas; no tengo tanta suerte cuando un segundo proyectil golpea justo donde se dobla mi pierna izquierda, trastabillo y caigo al piso.

Mis manos dejan escapar el lienzo de seda y la máscara de madera de ciprés de 21 cms de largo por 14 de ancho y 7 de grosor, barnizado con polvo de jade y coral, rebota por el suelo una y otra vez.

Lo que viene a continuación sucede demasiado deprisa: el zapato del “doctor” choca contra mi cara y siento como el calor invade mi rostro, pruebo el salado sabor de la sangre en la boca y miro entre cientos de vueltas cómo un borrón blanquecino escapa con la máscara color verde. Para cuando llega la ayuda ya es demasiado tarde, el tipo ha escapado con la Ikari Midori Oni.

El verdadero Dr. Akiai hace su aparición y atiende mis heridas. Por fortuna no hay nada que lamentar, excepto por el portaplumas metálico que ha dejado de ser útil después de rebotar en mi pierna, rasparse y abollarse.

Después de tomar un analgésico, un desinflamatorio y verificar la identidad de Akiai -quien por cierto sí es oriental y lleva una corbata roja- escucho la explicación de lo ocurrido, mientras viajamos en un automóvil sin un destino específico.

-Lamento lo ocurrido. Realmente me tomaron por sorpresa. El tipo entró como si fuera un paciente y cuando me di cuenta ya se había abalanzado sobre de mí con una jeringa-

-¿Qué ocurrió después?- pregunto mientras sostengo la bolsa de hielo en mi rostro.

-Me desvanecí. Desperté dentro del almacén de intendencia amarrado de pies y manos con una cinta en la boca. Utilicé algunas técnicas de escapismo y en cuanto estuve libre me dirigí hacia el consultorio lo más pronto que pude-

-¿Tienes alguna idea de quién es? ¿Cómo sabía que iría a recibir las instrucciones de la orden? ¿Por qué no fue él por la máscara? ¿Cuál es la historia detrás de la Ikari Midori Oni? ¿Para qué sirve o que hace?-

-La Ikari Midori Oni es un antiguo talismán que data del siglo XVI. La leyenda cuenta que un monje artesano la talló para una obra de Noh que el mismo compuso, donde narra la historia de su amada que fue muerta aplastada por un ciprés durante una tormenta, el árbol cayó tras haber sido golpeado por un rayo y el monje utilizó el mismo tronco que terminó con la vida de la joven. Originalmente la máscara tenía la forma de un rostro femenino y había sido barnizada solo con polvo de coral, como muchas de las máscaras de este sublime arte; sin embargo y de acuerdo con la leyenda, cada noche que el monje realizaba su meditación el fantasma de la mujer no le permitía concentrarse, lleno de ira la maldijo, situación que atrajo a los poderes del Yomi, el inframundo japonés, que se llevaron al hombre a los infiernos, pues tal comportamiento no era digno de un monje. Ahí fue convertido en un Oni, un espíritu de odio y venganza que azotó el monasterio, hasta que los monjes lograron encerrarlo a través de oraciones y mediante el uso de Reiki en la máscara, que se transformó en el horripilante gesto que ya viste-

Ahí estaba. La máscara era un amuleto que mantenía encerrado a una entidad de puro odio y rabia. Había sido recubierto de jade para refrenarlo debido a las cualidades atribuidas a la piedra verde: inmutabilidad, pureza, claridad, armonía y bondad. Encerrado por varios monjes aplicando Reiki.

-¿Un espíritu de odio y rabia encerrado en una máscara con reiki? ¡Por favor!-

Las personas que han escuchado hablar de este arte japonés piensan que solamente es una terapia alternativa de curación, dividida en tres niveles en donde se entregan “marcas” o símbolos (que en realidad son kanjis, una de las tres escrituras japonesas además del hiragana y katakana) por la cual se pagan cantidades exorbitantes de dinero para ser “maestro Reiki”. Por supuesto están más que equivocados.

Cómo siempre la gente solo repite sin profundizar.

La palabra significa literalmente “energía vital universal” y se basa en cinco principios fundamentales:

1.-No te enfades

2.-No te preocupes

3.-Da gracias

4.-Trabaja honestamente

5.-Se paciente

Su objetivo no es curar el cuerpo, si no alcanzar la iluminación, entendida como un estado de conciencia donde hay una unificación con el Universo, una comprensión de la existencia misma. La técnica terapéutica ni siquiera es de antigüedad suficiente como muchos creen, apenas fue creada a principios del siglo XX.

-De acuerdo, juzgue mal. ¿Qué pasó con la máscara?-

-¿Qué tan frágil es la máscara?- le pregunté a Akiai

El sabía por qué lo preguntaba, si un talismán que tiene contenido a un espíritu es roto, este es liberado y por lo general no se presenta de muy buen humor.

Además si quien le libera no es alguien que de verdad conozca de las artes mágicas y cree que por el simple hecho de librar a un demonio de su aprisionamiento este le servirá agradecido, suele darse cuenta de su error demasiado tarde.

-No hay nada de qué preocuparse NEGRO, la Ikari Midori Oni es prácticamente indestructible, de hecho solo hay una persona que sabe cómo hacerlo-

-¿Nada de qué preocuparse dices? Piensa esto Akiai, ¿Había algo de qué preocuparse después de que la orden me envió el mensaje para que me presentará en la cruz roja? ¿Había algo de qué preocuparse cuando escribiste la misión en la receta médica?-

El oriental guardó silencio. El planteamiento que le había hecho lo dejó pensando, sabía que le hablaba con razón.

-No sabemos quién robó la máscara, ni si su objetivo sea liberar al Oni-

-No sabemos sus intenciones y desconocemos su nombre, pero tengo la matrícula de un auto que puede darnos una pista-

-¿Qué quieres decir?-

-Mientras tú jugabas a ser Harry Houdini y yo iba por la máscara un auto me seguía, observé el modelo y memoricé la matrícula-

Los ojos rasgados de Akiai se abrieron todo lo que su fisonomía le permitió. Una sonrisa terminó de adornar el gesto que desapareció casi inmediatamente para regresar a la sobriedad tan característica de la mayoría de los nipones.

Estaciona el auto sin apagar el motor.

-Buen trabajo. Dame el número de matrícula, la orden hará el resto. Da la misión por concluida, te buscaremos para la siguiente -

Le doy el número sin decir más y me bajo del auto. Camino por las calles pensando donde pasaré resguardo esta noche; paso por una construcción que parece ser una buena guarida para hoy, me aseguro de que no tenga vigilancia y me acomodo alistándome a dormir. Me duele la pierna, la cara, pero sobre todo me duele el orgullo. No estoy de acuerdo en que me hayan sacado del caso; con ese y muchos otros pensamientos más, me duermo.

Después vino el viernes 7 de mayo

He hablado con Shua Ben Yosef que me proporcionó un nombre y una dirección del dueño de la matrícula del auto, gracias a sus contactos en el departamento de tránsito. Por supuesto que no me iba a quedar de brazos cruzados sin recuperar la máscara. La casa a donde llego es bastante grande, una mansión de lujo diría yo. Observo detenidamente cualquier punto débil que pueda tener para colarme en el interior, hay poca iluminación y el lugar no parece contar con cámaras de vigilancia, aunque sí con reja electrificada y altas bardas. No pasan más de 15 minutos cuando el portón eléctrico se abre. Un auto, el mismo que me seguía hace unos días, va entrando solo con el conductor que no se percata cuando me cuelo detrás en cuclillas para evitar ser visto por el retrovisor. Me oculto tras una enorme roca que, además de funcionarme como cobertura, tiene forma de yunque. Una fuente de agua bastante original, debo decir.

Cuando el chofer baja del auto se dirige a abrir la cajuela y baja a un hombre que viene amarrado y con un capuchón en la cabeza.

No puedo evitar aprovechar la oportunidad. Sé que no es honorable atacar a alguien desprevenido, por la espalda y con una mochila tan pesada, pero ¡qué diantres! Tampoco lo es amarrar a alguien de esa forma.

El impacto de la mochila sobre la nuca es suficiente para dejar fuera al chofer. Retiro el capuchón del personaje y le desamarro. El hombre de unos 50 y tantos años tiene rasgos orientales y me mira extrañado pero se ve agradecido. Le hago un gesto con mi dedo índice para indicarle que guarde silencio mientras obtengo las llaves del coche después de registrar al chofer. Se las entrego y me dirijo hacia el interior de la mansión.

Me lleva media hora encontrar el salón lleno de vitrales góticos donde hallo la Ikari Midori Oni encima de un escritorio bastante elegante, detrás del cual se encuentra un hombre, el mismo que en días anteriores estaba en la cruz roja.

El tipo no parece sorprendido cuando me ve.

-Sabía que tarde o temprano vendrían por su ídolo pagano, por su artefacto de Satanás. NEGRO y la Orden Roja. Creo que eso lo dice todo, los colores del mal, de la oscuridad misma, el color de la piel del diablo, de la lujuria, de la ira…-

Me pongo alerta mientras el tipo continúa hablando, no quiero sorpresas. Camino poco a poco, intentando acercarme al escritorio.

-Pero pierdes tu tiempo. Voy a destruir la máscara infernal y averiguaré todo acerca de ustedes y su sociedad hereje-

-No sé de que estés hablando Lucio- digo el nombre que me dio Shua, esperando su reacción y al mismo tiempo doy otro paso hacia delante.

-¿El diablo te dijo mi nombre? De poco te servirá saberlo, el príncipe de las milicias celestiales me acompaña. Además no estoy solo, tú tienes tu sociedad satánica; yo, el movimiento unificador y restaurador del orden que traerá el reino del Señor a la tierra-

Esto es peor que enfrentarme a cualquier espíritu, demonio o fenómeno paranormal: Un fanático religioso.

-¿Eres antirreligioso NEGRO?-

No estoy en contra de ninguna religión, de hecho podríamos decir que hasta soy promotor de que cada individuo tenga una. “Religare” significa volver a unir y en este mundo donde la masa consensual ha fraccionado cuerpo, mente y espíritu, el que vuelva a unir cada parte de manera integral mediante una filosofía espiritual me parece perfecto.

El problema es que muy pocos son los que en realidad comprenden y siguen la verdadera filosofía religiosa. Cómo dijo François Marie Aroue: “La religión mal entendida es una fiebre que puede terminar en delirio”.

-¿El reino del Señor en la tierra, dices? ¿A cuál señor sirves?- le digo mientras avanzo un poco más.

Estoy a unos cuantos metros del escritorio y tener al alcance de mis manos la Ikari Midori Oni. -Vamos NEGRO sigue así, casi lo consigues- me digo a mi mismo para mis adentros.

-Al único que existe. El todopoderoso- dice Lucio al tiempo que inclina ligeramente su cabeza y se santigua.

Aprovecho el ligero instante donde el fanático se distrae y me muevo lo más rápido posible corriendo hacia enfrente, alcanzando el borde del escritorio. Estiro mi mano y tomo la máscara verde de uno de los cuernos. Lucio se levanta de la silla en ese instante al darse cuenta de mi movimiento y lanza un ataque con el arma que empuña: un afilado abrecartas que choca contra la madera de ciprés barnizada con coral y jade. El gesto de Lucio es de incredulidad cuando la hoja del estilete se rompe con una facilidad que, incluso a mí, no deja de sorprenderme. Aun así reacciono antes que él.

-¿Qué hiciste?-

No voy a mentirte, me cobré con réditos el golpe en la pierna y la patada en la cara utilizando el horripilante rostro verde de la ira, hasta que la voz de Akiai me gritó que me detuviera. El Doctor arribó junto con una docena de ninjas vestidos de rojo, que se encargaron de hacer la limpieza del lugar. El pobre Lucio fue a parar al hospital con la mandíbula rota

Ya es sábado 8 de Mayo, pues son las 00:45 hrs

Me encuentro afuera con el Dr. Akiai cuando el cristal de la ventanilla de una elegante limosina se baja lentamente, en el interior se encuentra el hombre de 50 y tantos años que liberé. El doctor le entrega la Ikari Midori Oni, él la observa y limpia un poco la sangre con un pañuelo de seda escarlata. Dice algo en japonés con tono autoritario, Akiai parece responder afirmativamente.

-Ichiro-san agradece tu intervención y dice que está en deuda contigo. Que cuando necesites algo, no dudes en pedírselo, a través de mí-

Me entera que es el encargado del reclutamiento y líder los shinobi (ninjas) de la orden. Hago una reverencia con la cabeza y digo la única frase en japonés que el Gordo me hizo favor de enseñarme:

-Watashi wa Kuroi desu, watashi wa nani su beki ka de saiko da-

El duro gesto de Ichiro-san dibuja una sonrisa. Vuelve a decirle algo en japonés a Akiai, sube la ventanilla del auto y la limosina arranca, alejándose de nosotros.

Me despido del doctor y comienzo a caminar, llevo unos cuantos pasos recorridos cuando Akiai me llama:

-Ichiro-san dijo que le daba gusto -

-Qué hayamos recuperado la máscara verde, supongo-

-No. Que sepas decir en japonés que eres el NEGRO y seas el mejor en lo que haces-

-Ok. Este tal Ichiro es el jefe de los ninjas de la orden y Akiai es algo así como su secretario…-

-Su mano derecha, sí-

-Bueno y viniste a verlo para cobrar esta deuda. ¿Qué le pediste exactamente?-

No dice nada pero de su mochila saca, lo que parece ser, un par de revólveres: dos Colt Peacemaker perfectamente limpias que dejan escapar su brillo como si hubiesen sido lustradas.

-Fueron hechas en 1875, directo del viejo oeste para ti Pepe-

-¿Para mí? ¿Estás loco?-

-Vas a necesitarlas, créeme-

-¿Para qué?-

-Por los terrores nocturnos-

-¿Qué se supone que significa eso?-

-Continúa conduciendo y te hablaré de mi experiencia con uno de los hijos de la noche-

Sigo sus instrucciones por temor a que utilice las pistolas contra mí. No me gusta lo que sucede, pero debo reconocer que mi curiosidad es más fuerte. Además, ambas colt si es verdad que son originales, son una joya. NEGRO comienza a hablar cuando se asegura que he colocado un nuevo cassette en mi vieja grabadora.





Fin del Capítulo IV

"Las aventuras de NEGRO y la Orden Roja, Proyecto AVATAR" Noviembre 2009






sábado, septiembre 25

La Vista


Los ojos son la ventana del alma.
¿Cuantas veces no hemos escuchado esa frase e incluso, la habremos dicho en alguna ocasión? El alma es, en teoría, la verdadera esencia y naturaleza de un individuo, en concreto, de un ser humano.
A través de los ojos percibimos un gran porcentaje de la realidad.
El ojo es el órgano por el cual recibimos la luz. Cada gradación de luminosidad manifestada en colores, brillos, tonos, contrastes...
Entonces lo procesamos con la capacidad individual y personal. De esta forma lo que vemos y cómo lo procesamos racionalmente es de lo que se compone nuestra alma.

Aquí en N E G R O P I A dejamos escritos, ideas, relatos, frases, imágenes, pensamientos...

Después de un mes de vida de este espacio muchas gracias a todos y cada uno de las almas que vinieron a asomarse a este espacio y si encontraron algo en que reflejarse, entonces los sueños de un escritor han sido vistos. Ahora solo falta, si tu quieres que compartas algún escrito, opines o califiques alguna entrada.
Mientras tanto aquí seguimos, llegando al mundo.

GRACIAS!!!

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