miércoles, octubre 6

"El Hijo de Lillith" (El terror nocturno) Cap V



Sábado 22 de mayo
Camino apresuradamente por las calles de la ciudad volteando en todas direcciones buscando alguna señal que pueda indicarme si voy por el camino correcto. Pasa el tiempo y la desesperación comienza a apoderarse de mí.
-Calma NEGRO, entra en calma- me digo a mi mismo en voz alta.
Regreso mis pasos unas cuantas cuadras y trato de ubicarme revisando el nombre las calles. Enciendo un cigarro y envío un mensaje con mi teléfono.
Mis oídos detectan el sonido típico que emite una motocicleta, volteo simplemente para la confirmación visual: una chopper en negro y plata con algunos vivos púrpuras se aproxima.
Un tipo de cabellos largos y rojizos viene conduciendo, viste una gabardina de piel y cuando está cerca fija sus ojos en mí. Me parece familiar, aunque de momento no logro recordar donde lo he visto. El hombre sonríe maliciosamente mientras se baja de la moto y se aproxima; agita sus dedos llenos de anillos que lo cubren por completo a modo de garras y se abalanza sobre de mí.
La tenue luz de las lámparas callejeras iluminan su rostro lo suficiente para que mi mente reconozca y recuerde al antiguo poseedor de la cruz cruzada, el primer objeto que recuperé para "la Orden Roja". El garrazo choca contra la mochila que alcanzo a interponer en la trayectoria del golpe. Hago lo mismo un par de veces más usando el morral como escudo, al tiempo que me voy echando para atrás y observo cualquier posibilidad para contraatacar. Tiro una patada intentando barrer al pelirrojo pero mi oponente es más diestro que yo y logra esquivar mi ataque; él realiza una patada de giro digna de un artista marcial de la cual apenas escapo con dos largas zancadas que me arrinconan contra una pared.
-¿Dónde está la cruz?- pregunta amenazador
No respondo nada, pero noto algo extraño en mi cabeza. Un ligero dolor en la sien me inunda y percibo con claridad como mi pierna izquierda comienza a adormecerse. ¡El tipo está tratando de entrar en mi cerebro!
Un estruendoso sonido invade la solitaria calle; 355 caballos de fuerza hacen su aparición y los escasos segundos que gano con la distracción me permiten reaccionar. Dejo caer la mochila, hago ligeramente mi columna hacia atrás junto con los hombros y cuello para después impulsarme con todas mis fuerzas hacia delante, soltando un cabezazo a mi contendiente. Para mi sorpresa, en vez de sentir como mi frente choca contra el rostro del fulano, me veo envuelto en una oscura niebla y caigo de bruces en la banqueta.
El patinar de las llantas del flamante Shellby Cobra rojo me hace reaccionar, me incorporo de inmediato y la niebla viaja hasta la moto para reformarse nuevamente en el tipo de la gabardina que arranca justo en ese momento para alejarse del lugar.
No intento alcanzarlo, en vez de eso pongo a trabajar mi cerebro y me aseguro de no tener mis pensamientos invadidos por el fulano, no lo siento dentro de mi cabeza y eso me tranquiliza un poco, apenas un poco.
No tengo idea de qué tipo de criatura es, sin embargo seguro estoy que nos reencontraremos.
Del clásico auto del año 67 se baja un hombre joven de 1.90 de estatura, largos cabellos castaños, ojos de color, vestimenta informal y una cámara fotográfica.
-¿Estás bien NEGRO?-
-Sí, gracias Ian-
Ian Andazury, fotógrafo freelance y viejo conocido. Que el color del mustang no te confunda, nada tiene que ver con la orden.
-¿Qué era eso?-
-Un motociclista- digo mientras tomo mi mochila y subo al auto.
Por supuesto que sé a la perfección lo que Ian quiere saber, simplemente trato que note mi respuesta esquiva para qué no intente averiguar más.
La naturaleza innata de cualquier buen fotógrafo es observar, capturar a través del lente escenas y proyectarlas a una audiencia. No se trata simplemente de hacer “click” en la cámara, si no de mostrar luces, colores, texturas y formas.
-¡Era una niebla oscura que se volvió un motociclista! ¿Qué diantres está pasando?-
-¿Tomaste alguna foto Ian?-
Lo conozco. Pudo encontrarme siendo atravesado por los anillos en forma de garras de plata y antes de hacer cualquier cosa hubiera tomado su cámara para capturar el momento.
-Solo un par, me tomó por sorpresa. No creo que sean muy buenas, hay muy poca luz- responde mientras comienza a conducir el auto clásico.
-Voy a necesitar una, salga cómo salga-
-¿Y yo que voy a ganar NEGRO?-
Mi pierna tiembla, una vibración viene acompañada de la marcha de las valkirias de Wagner. Contesto el teléfono, es gente de la orden que me ordena presentarme de inmediato para la siguiente misión. No digo nada de lo ocurrido para que Ian no se entere y simplemente cuelgo.
-Tú dame la foto y de acuerdo al resultado estipulamos precio. De momento no iré contigo a la fiesta, lo siento me surgió algo que hacer-
-¿Cómo que no vas a ir? ¡No me puedes dejar solo! ¡Ella va a estar ahí! ¿Qué voy a hacer?-
Ian Andazury, fotógrafo freelance, dueño de un Shellby Cobra rojo del 67, 1.90 de estatura, ojos claros, complexión atlética, poseedor de la inseguridad más grande que jamás he visto cuando se trata de entablar una conversación con una mujer que le gusta.
-No te preocupes, escribiré algunas frases que le puedes decir. Detente, aquí me bajaré yo-
No dice nada. Sacó una hoja de mi carpeta y le pongo frases simples para acercarse a entablar una conversación informal, solo necesita un empujón para que pueda hablar de lo que conoce y será todo. Cuando me bajo y le doy la hoja me observa como si fuera un niño en su primer día de clases separándose de su mamá. Toma la hoja y la mira para terminar diciéndome que es disléxico.
La masa consensual no tiene idea de que significa ser disléxico: la discrepancia entre el potencial de aprendizaje y el nivel de rendimiento de un sujeto, relacionado con la lectura, escritura o la escucha.
En el caso de Ian son las dos primeras.
-No te preocupes, prometo que lo arreglaremos después-
Llego a un mercado, la mayoría de los locales se encuentran cerrados y muchos otros están haciendo lo propio debido a la hora. Paso por un puesto donde abundan las manzanas, fresas, cerezas, arándanos, frambuesas y toda clase de frutas rojas. Ahí el dependiente confirma que soy el NEGRO y le reporto el evento ocurrido, extiende una tarjeta con lo que él llama “número de atención a miembros”, lo guardo en la agenda de contactos de mi celular mientras me dice que aguarde.
Reviso la tarjeta y lo primero que llama mi atención es un logo color rojo en forma de una especie de tridente. En realidad es la “psi” (Ψ), vigésima tercera letra del alfabeto griego, símbolo de la psicología y asociada a los llamados “fenómenos psi” ó paranormales, manifestaciones que están por encima de lo “normal”.

-¿Por qué entre comillas?-
Lo normal. Según el diccionario, es aquello conforme a la regla, a la norma. Una norma es un precepto y un precepto es un mandato obligado para el cumplimiento. Para mí no existe el término “normal” por lo que generalmente lo utilizo entre comillas. En realidad aquello paranormal solamente es lo que la masa consensual no acepta cómo posible, lo que aún no descubre como parte de la realidad natural.
-¿Estás diciendo que lo paranormal es realmente natural?-
Tan solo date cuenta de esto: Aproximadamente en el año 300 a.C., en Grecia se postuló la existencia del átomo, hoy por hoy es una norma su composición, pero no fue si no hasta después de 1611 años que se estipuló la estructura que todos conocemos. Y ahora piensa en esto ¿Has visto un átomo de verdad? ¿Conoces, en persona, a quien si lo haya hecho? Quizá en unos mil años más lo paranormal deje de serlo…pero nos estamos perdiendo.
Noto como el dependiente parece estar pesando algunas manzanas pero alcanzo a notar como hace ciertos gestos y señas. Cuando dos tipos vestidos en trajes oscuros y corbatas rojas -que desentonan aún más que yo- aparecen en el mercado, intuyo que en esta ocasión la misión es distinta. Salgo con los dos personajes del mercado para subir en una limosina, mientras los dos tipos pasan a la parte de adelante. Viajo solo y disfruto del refresco de cola que hay en la hielera del auto de lujo, hasta que la limosina llega a un ostentoso hotel. Soy escoltado por los dos tipos de las corbatas rojas que tienen toda la apariencia típica de guardias de seguridad o agentes del servicio secreto de las películas hollywoodenses. Llegamos a un salón de juntas llamado “Roten Halle” la puerta de madera de se abre y cruzo el portal para encontrarme a cinco personas sentadas en la larga mesa, que deja vacíos ocho lugares.
Reconozco a cuatro de los presentes: Ichiro-san, el encargado del reclutamiento y líder los shinobi de "la Orden Roja" y el Dr Akiai, su mano derecha. A su lado un tipo vestido con una camisa casual a cuadros rojos, tejana y bigote. “El Patrón”, dueño del rancho “el carajo” donde capturé al hipyrion, el caballo de fuego. Sorpresivamente también está ahí su excelencia el Cardenal Rosso, el cual sigue debiéndome un favor por liberarlo de un imp. A la cabecera una mujer de enormes ojos y rasgos árabes, cuelga de su cuello una efigie conocida como la mano de Fátima. A ella es la primera vez que la veo.

-Pensé que el favor te lo había pagado al permitirte estar en el confesionario-
No. Me sigue debiendo un favor; el Cardenal es el primero en hablar.
-
NEGRO estamos en una situación verdaderamente complicada y por ello te hemos traído a esta reunión de emergencia- la rasposa voz del cardenal me deja notar su preocupación.
Tomo asiento en el extremo de la mesa y aguardo para escuchar que tienen que decirme los que parecen ser miembros de peso dentro de la misteriosa orden.
-Varios miembros de la orden han desaparecido, la gran mayoría de ellos poseen ciertas habilidades, situación que obviamente nos preocupa-
-¿Qué quieren decir exactamente con “ciertas habilidades”?- pregunto con la perspicacia tan natural en mí.
-Fenómenos psi- responde Ichiro-san, en un español con marcado acento.
-Además de esa peculiaridad, ¿Qué más hay en común con los sujetos desaparecidos?-
Observo a los cinco presentes con toda mi atención. Tanto Akiai como “El Patrón” evitan verme. Ichiro-san, el Cardenal y la misteriosa mujer se lanzan miradas con cierto aire de complicidad; después de un corto silencio la mujer afirma con la cabeza, Ichiro-san dice algo en japonés y el Dr Akiai me entrega una especie de archivo. Mientras abro la carpeta para darle un vistazo, la mujer comienza a hablar.
-Encontrarás distintos nombres, direcciones y fotografías de algunos de los desaparecidos, así como las habilidades que poseían. También está gente que aún no desaparece pero que podrían tener relación entre sí, pues tuvieron contacto con el objeto-
-¿Cuál objeto?-
Es obvio lo que viene como respuesta, además la mujer dijo “poseían”. Mi mano derecha va a la bolsa trasera de mi pantalón en búsqueda de mi encendedor que coloco sobre la mesa de madera para después extraer el último de los cigarros de la cajetilla con la misma mano.
-La cruz cruzada, tú conoces el amuleto
NEGRO-
-Pues su antiguo dueño me localizó antes de venir para acá, por lo que no se necesita ser un genio para saber que él está detrás de las desapariciones. Solo es localizarlo, ustedes obviamente saben quién es-
-Su nombre es Atanasio Tympanios, pero no sabemos mucho más de él-
-Seamos claros ¿O.k? El tipo no es humano, independientemente de su agilidad puede transformarse en niebla y además tiene telepatía. Si no me dan los datos correctos seguramente vendrá por más miembros de la orden, pues lo que quiere es la cruz. Comencemos con ¿Con que nombre te llamo a ti mujer?-
-Khadija- dice secamente.
-Bien. Khadija, Cardenal, Ichiro-san, Akiai, “Patrón”. Tienen al mejor hombre para esta misión, necesito saber dos cosas: ¿Qué hace exactamente la cruz? Y ¿Cuál es la relación exacta de los desaparecidos con el amuleto?-
-Cuando una reliquia cae en manos de la orden esta es custodiada por un grupo para su resguardo y estudio, los desaparecidos eran miembros de tal encomienda. La cruz cruzada proviene de la vieja Germania, fue símbolo de una antigua ordalía de hechiceros góticos que adoraban a la noche, además de ser un arma oculta por su base en forma de daga parece proteger a su poseedor de sus enemigos-
Son todos los datos que recibo, salgo del hotel con el archivo en la mochila y decido pasar con Shua Ben Yosef para que me ayude a buscar en el Sefer Shedim algo respecto a algún tipo de espíritu que sea capaz de transformarse en niebla y posea telepatía.
Además de los nombres de seis personas, el archivo contiene una explicación de los fenómenos psi, englobados como las manifestaciones producidas por la mente de un individuo, un perfil del tipo de personas capaces de producir tales fenómenos, las condiciones necesarias para su producción, ondas cerebrales y una clasificación en dos tipos: fenómenos objetivos y fenómenos subjetivos.

-Explícame cual es la diferencia-
Los primeros son llamados PSI-KAPPA (ΨΚ) y abarcan todos aquellos que son de orden físico. Los ejemplos más famosos serían la psicokinesia y la levitación.
Los subjetivos, llamados PSI-GAMMA (ΨΓ), son los de un orden mental. La telepatía, la clarividencia y la precognición suelen ser los más conocidos. La criptomnesis, la memoria de las cosas ocultas, lo que se supone tengo yo, entra en esta categoría.


Paso toda la noche estudiando cada dato que contiene el archivo. El sueño me vence cerca de las 5:00 a.m y la oficina del judío converso me sirve de resguardo para descansar.

Domingo 23 de Mayo, 18:30 hrs
Salgo de la oficina dejándole el libro a Shua con el plan de vigilar a los otros miembros de la orden que vienen en el archivo y aún no han desaparecido. Veo en la lista un nombre: Violeta Fremder y una fotografía que muestra de manera notoria a una mujer perteneciente a la subcultura gótica, situación que confirmo cuando llego a una especie de casona-bar donde está plagado de diferentes individuos, dignos de cualquier película de vampiros.
Recorro el lugar tratando de encontrar a Violeta, cosa nada sencilla pues estoy en “gothilandia” lo que dificulta su localización. Voy observando detenidamente cada rostro con el que me cruzo hasta que me encuentro con uno conocido; para mi desgracia no es el que busco, al menos no en ese momento. Atanasio Tympanios se percata de que me encuentro en “el oscuro santuario” y su mirada refleja un claro gesto de odio. Comienzo a moverme en dirección a la salida al tiempo que hago una llamada pidiendo ayuda. Ya en la calle, comienzo a correr mientras continuo hablando por el teléfono. Procuro moverme hacia alguna avenida más transitada y le doy indicaciones a mi interlocutor del lugar en el que me encuentro.
-Dame 10 minutos- dice la voz del otro lado del auricular.
Cuelgo. Volteo buscando que Tympanios aparezca de un momento a otro. Enciendo un cigarro a la espera de que pasen por mí. Veo el reloj del celular, tres minutos apenas. Cada automóvil que pasa, cada ruido de motor me pone alerta. Doy bocanada tras bocanada a mi cigarro y expulso el humo con impaciencia; entonces lo escucho, el sonido es inconfundible: una especie de ronroneo, típico de una chopper y la motocicleta en plata y negro con vivos púrpuras se acerca, aumentando la velocidad. Comienzo a correr todo lo que puedo tomando el sentido contrario al tránsito vehicular pero a Atanasio Tympanios no le importa y conduce la motocicleta persiguiéndome.
Está a punto de alcanzarme cuando un bólido escarlata hace su aparición, derrapa justo enfrente de mí y queda a un par de metros de distancia. La puerta del copiloto se abre y yo salto hacia el interior del Shellby Cobra ´67 dejando un peso atrás. No es un peso alegórico; la mochila, lastimada en mi pelea previa, se rompe de los tirantes cayendo por su peso al suelo, justo cuando yo logro entrar en el auto que conduce Ian Andazury, que pisa el acelerador a fondo.
-¡Mi mochila!- grito con cierta desesperación
De nada sirve. Mi Biblia, el Corán, el siddur, los dos diccionarios, los tres libros de kabbalah, mi carpeta, mi enciclopedia de los símbolos, el kybalión… todo queda atrás y alcanzo a ver a lo lejos como Tympanios se detiene a recoger mis cosas.
Ian pregunta si deseo regresar, sin embargo sé que sería ponerlo en riesgo por lo que a pesar de que en realidad quisiera recuperar mi mochila y todo su contenido le digo que no. Agradezco su intervención y me entrega las dos fotografías que había tomado.
-Ninguna sirve. Solamente aparece el tipo no la niebla- dice un poco decepcionado.
-Prometo que te pagaré por ellas, Ian-
No digo más y el respeta, durante varios minutos, mi silencio. Voy pensativo, el archivo que me dio la orden también se quedó en la mochila. No recuerdo con exactitud cada nombre, ni las facultades Psi de los sujetos, pero sí alcanzo a recordar una dirección. Tympanios se dirigirá tarde o temprano ahí.
-¿A dónde vamos?- pregunta Ian

Le indico la dirección y noto que utilizó el plural, no lo corrijo porque tiene razón aunque no pretendo más que me lleve al lugar y después se retire. Casi estamos por llegar cuando suena mi teléfono. Es Shua, que parece tener buenas noticias:
-
NEGRO ya encontré lo que querías en el Sefer Shedim. Según el libro, que lo sustenta con citas de Gershom Scholem, teólogo israelí, existe un shed de nombre “Arpad Lehashmid” que tiene entre sus conocimientos de “las realidades metafísicas” la capacidad de cambiar de forma, desmaterializar y materializar su cuerpo; además dice que se alimenta de sangre y carne por ser un “benoi-lilith”, para que me entiendas uno de los hijos de Lillith, la primera esposa de Adam-
-¿Un vampiro judío?-
-No existen los vampiros judíos, ¡NEGRO ignorante!-
-Muchas gracias Shua, Hashem te bendiga-
-Y que a ti te ilumine y te quite lo analfabeta- dice Shua antes de colgar.
El lugar es un barrio popular de aspecto poco amistoso, callejones y pasillos por doquier asemejan un laberinto urbano. Le pido a Ian que disminuya la velocidad y mis ojos observan atentos cualquier indicio, por mínimo que sea, que me muestre la presencia de Tympanios. Hago una llamada al teléfono que viene en la tarjeta que me dio el frutero, un conmutador contesta mientras una voz grabada me dice que espere, como fondo musical suena “99 red ballons”. Cuando contestan del otro lado me informan que los miembros extraviados de la orden ya aparecieron, los encontraron muertos, los tres mutilados, como si hubiesen sido atacados por algún animal.
Doy la dirección en la que me encuentro pido apoyo y cuelgo cuando unos metros más adelante en una de las múltiples callejuelas localizo la chopper sin su conductor.
-Detente aquí Ian-
-Te espero-
No lo contradigo, no tiene caso, además es bueno tener una ruta de escape rápida. Camino por el oscuro callejón lo más alerta que mi mente y visión me lo permiten.
Voy con extrema precaución observando todo lo que puedo mi entorno. Muchas sombras, una oscuridad que estremecería a cualquiera. No llevo arma alguna, excepto por mi inteligencia.
Según el archivo solo faltarían cuatro personas más que han estado en contacto con la cruz cruzada, Violeta Fremder, “el Patrón”, el tipo que tiene esta dirección y yo. El laberinto de callejones hace que me sienta incomodo, es un lugar perfecto para una emboscada. A mi mente llega un fragmento de la Vihi Nasm, que es como se conoce al salmo 91: “No tengas miedo a los terrores nocturnos…”
Al final de uno de los pasillos me topo con un cuartucho que tiene una puerta metálica entreabierta. Me acerco con sumo cuidado y apenas asomo mi cabeza me percato del escenario: Mis libros se encuentran regados por todo el suelo del cuartucho pero no es lo único que mis ojos ven: un hombre se retuerce en el piso emitiendo un sonido ahogado que escapa de su garganta, disfonía le dicen los médicos. El color azul de su piel es clara prueba de su anoxia provocada por la asfixia que le causa el denso humo negro que entra por su nariz. El arpad lehashmid está justo ahí haciendo uso de su “morfosis”, el fenómeno psi que le permite cambiar de forma y desvanecer su propia materia.
El maldito shed está tratando de asfixiarlo, mis esfuerzos por hacer que el hombre respire son en vano. ¿Cómo puedo dañar lo que no puedo siquiera asir? ¿Cómo evito que respire el maldito humo? ¡Hijo de…Lillith! Necesito hacer algo pronto y entonces una idea asalta mi cabeza.
-¡Tympanios, déjalo! Yo soy el único que puede llevarte a donde está la cruz-

La densa niebla negra parece escucharme y abandona los pulmones del tipo que comienza a respirar de nuevo, el oscuro humo es como un gran chorro de tinta que vuelve a reformarse en el hombre de cabellos rojizos. Su gesto muestra una mueca que asemeja una sonrisa. Junto a mis libros en el suelo el tipo se encuentra tosiendo pero a salvo. Sé que se recuperará, siempre y cuando logremos salir de esta. Mi mirada se topa con la del pelirrojo que no deja de sonreír.
Nuevamente la sien comienza a molestarme pero está vez el dolor se expande hasta detrás de mi ojo, la peor neuralgia que haya sentido jamás. El maldito arpad lehashmid quiere entrar en mis pensamientos, démosle algo en que entretenerse entonces.

Imagina esto, trata de pensar que, de acuerdo a la kabbalah, en un principio era la nada.
-¿y luego?-
¡Vamos! No imagines un espacio vacío, puesto que eso ya es algo, no pienses en un lugar en blanco porque eso también es algo, trata con todas sus fuerzas en conceptualizar y abstraer la realidad absoluta de lo que la nada es.
-Eso es imposible-
Si no has estudiado Kabbalah lo es. Como sea, Tympanios parece molestarse por la resistencia que muestro y olvida las tácticas mentales dando paso a la confrontación física, lanza varios golpes con gran agilidad que voy desviando como mis reflejos y atención me lo permiten, lo único que necesito es ganar tiempo.
El hombre del suelo levanta la cabeza y observa hacia la entrada del cuartucho, todavía da unos ligeros tosijeos, a la habitación entra Ian con una mujer, es Violeta. De acuerdo al archivo de la orden ella posee una habilidad paranormal catalogada entro de los “fenómenos PSI Kappa”, ya sabes, cualquier fenómeno que se manifiesta de manera física.
En su caso ella posee algo llamado fotogénesis, la capacidad de crear luz.
Atanasio Tympanios es un Layla benu, un hijo de la noche, de las tinieblas. Y es exactamente en la raíz de su origen que está la forma de detenerlo.
El hijo de Lillith se da cuenta de los presentes, es obvio que leyó el archivo e intenta atacar a Violeta, se lo impido sosteniéndolo con todas mis fuerzas por la espalda aprovechando la distracción.
-¡Ahora! ¡Luz, Violeta, toda la luz que puedas!-
Un impresionante destello luminoso inunda toda la habitación. Luz y más luz, radiante, cálida y confortable luz. Mis ojos se cierran, escucho el último grito del arpad lehashmid que se desvanece entre mis brazos y me cubro los ojos con las manos, protegiéndolos de la incandescencia que emite el cuerpo de Violeta.
Cuando todo termina observo a Ian y a Violeta preguntándome por que arribaron juntos, el fotógrafo que se percata de mi duda simplemente dice:

-Vamos NEGRO ¿En verdad pensaste que me quedaría sentado esperando? ¡Tenía que tomarle una foto al tipo de la niebla!-
-Cuando llegué lo encontré husmeando, me preguntó si yo era el apoyo que tú esperabas, además estaba el auto rojo, por lo que asumí que era otro apoyo de la orden- agregó Violeta
Para ser alguien que crea luz, la mujer no es muy brillante. Ahora Ian seguramente tiene fotos e información extra que no debería poseer, algo que tuve que resolver después.
Marco al número de la orden, nuevamente 99 red ballons acompañan mi espera.
-Misión cumplida. Amenaza exterminada. Ah, necesitaré una mochila nueva-
Cuelgo y entre Violeta, Ian y yo subimos al tipo del cuarto al Shellby Cobra para llevarlo al hospital para que sea atendido.


-Un momento. ¿Estás diciendo que el espíritu ese es detenido simplemente con luz?-
No “simplemente con luz”. La frase correcta más bien sería con una gran fuente que irradie luz.
-¿Qué pasó con el tipo de la vecindad? ¿Sobrevivió?-
Tres días después el miércoles, 26 de Mayo lo vi en un bar.

La música raï suena con los clásicos instrumentos (la flauta, la derbouka y el bendir) que lo caracterizan, acompañados por un beat electrónico bastante agradable, al menos a mí y a otras sesenta personas más que nos encontramos en el bar nos agrada. Un poco de fiesta con los amigos después de una situación como la pasada el fin de semana no cae nada mal.
Me encuentro sentado en una mesa junto con Asier Aydin, alias “la Oruga”, poseedor de algunas facultades catalogadas Psi-gamma, es decir aquellos manifestados en un orden mental.
La Oruga posee telepatía y la hiperosmia, que es la capacidad de captar, por medio del olfato, manifestaciones paranormales. Fue él quien me invitó a su bar en agradecimiento por salvarlo del layla shed, el espíritu de la oscuridad que casi lo mata tres noches atrás. Hemos hablado de muchas cosas y sé que por su habilidad el podría olfatear cualquier espíritu, objeto o persona que tuviera algo paranormal.
-¿Y bien?- pregunto yo
Niega con la cabeza sonriendo.
-Nada, hueles a nada. Eres absolutamente normal-
Sonrío ante la frase mientras aspiro un poco de la hookah (conocida también como narguile, cachimba, shisha o pipa de agua)
-¿Cómo que normal? ¡Dijiste que tenías criptomnesis!-
No. Dije que la orden decía que yo tenía criptomnesis. Lo que yo tengo es una combinación de observación, pensamiento analítico, retención y memoria. Además de un tipo de pensamiento de asociación y correspondencias, ya te lo había dicho, además recuerda que para mí no existe el término “normal”…
-¿Qué hay de Ian?-
Lo silenciamos.
-¿Quieres decir que lo mataron?- Comienzo a preocuparme.
NEGRO se percata de mi nerviosismo y sonríe para después hablar.
Como favor extra le he pedido a la Oruga que usara su telepatía para instruir a mi amigo Ian Andazury para su acercamiento con la mujer con la que camina en ese momento tomado de la mano con dirección fuera del bar. Se ve radiante y feliz, con eso hemos comprado su silencio. Cuando pasan cerca de nuestra mesa sonríe y se despide con un gesto. Alcanzo a escuchar cuando ella le pregunta a Ian extrañada:
-¿Quiénes son?-
-“La Oruga” y el
NEGRO-
-¿Y qué onda con ellos? ¿A que se dedican?-
-La oruga es el dueño del bar-
-¿Y el otro?-
-Pues no conozco muchos como él, pero te aseguro que el NEGRO es el mejor en lo que hace.

Veo como observa varias veces el espejo lateral.
-¿Qué pasa?- le pregunto

Nos vienen siguiendo, al parecer dos vehículos. La camioneta roja seguramente con Micaelitas y el mercedes gris deben ser sangre azul, dos cuando menos.
-¿Micaelitas? ¿Sangre azul?- Veo el retrovisor. Es verdad detrás un mercedes gris lleva rato ya, al igual que una camioneta tipo Van. -¿No se supone que los Micaelitas son los de caza y captura de “la Orden Roja”?-
Precisamente ellos. Da vuelta aquí, a la izquierda.
Giro el volante justo al arribar a la esquina con una frialdad que me sorprendo a mí mismo. -¿Por qué te siguen?- No contesta y solamente me ordena: ¡Acelera! Obedezco y mi auto aumenta la velocidad. Es un buen auto he de decir, un 300Z color plata. Además tomé los cursos necesarios para obtener mi licencia con maniobras evasivas. Continuo conduciendo siguiendo las instrucciones de NEGRO tratando de perder el mercedes y la Van que nos siguen. Doy vuelta a la izquierda apenas NEGRO me lo indica. Justo al llegar a la esquina, mientras giro el volante y el auto se derrapa haciendo rechinar las llantas sobre el asfalto alcanzo a ver como el mercedes se frena pero la Van no alcanza a hacer lo mismo, estrellándose contra el auto gris. Perdimos a nuestros perseguidores. Continúo siguiendo las indicaciones de NEGRO hasta que llegamos a lo que parece ser una escuela. -¿Qué sucede NEGRO? ¿Por qué carajos te están siguiendo? ¡Y más vale que respondas o no estoy dispuesto a seguir con esto!- le digo molesto. El solamente me mira antes de decir:
Porque robé el archivo de MoFos mentales de la Casa Capitular
-¿De qué diablos estás hablando? ¡Tú! ¡Estás loco y estás tratando de volverme loco!- reacciono así por los nervios.
Tranquilo Pepe. No es mi intención volverte loco. Tu mismo viste que nos seguían, dame tiempo de terminar el relato y todo se aclarará.
Por supuesto que los autos esos nos seguían, así que lo que parecía ser las fantasías de un desconocido comenzaban a tomar forma y en mi interior comenzaba a preocuparme que era, exactamente, lo que yo tenía que ver en todo esto. Entro en calma después de unos minutos y pregunto: -¿Qué hacemos aquí?-
Estamos esperando a Sílfide.
-¿Sílfide?-
Una MoFo Mental de "la Orden Roja". Así suelen llamarles. M.F.Ψ. (Miembros con Facultades Psi) Agrandas los puntos y son como “o” Miembros con Facultades Mentales, más propiamente con fenómenos psi.
-¿Y para que estamos aquí?-
Venimos porque ella va a terminar de responder como fue que di contigo haciendo las maravillas que ella sabe hacer
-¿Es de fiar? ¿Cuál es su facultad psi?-
Yo confío en ella, eso debe bastarte Pepe.
-¿Cómo la conociste? ¿También te debe un favor?- Sonríe ante mi pregunta para después desviar la mirada hacia la ventanilla del auto y encender un cigarrillo antes de responder.
No, ella no me debe un favor. Nos conocimos cuando ambos formamos parte de la Séptima Orden
-¿La Séptima Orden?-
¿Quieres encender tu grabadora mientras aparece Sílfide y te cuento como la conocí?
No respondo y solo hago “click” al botón rojo de mi vieja grabadora.


Fin del Capítulo V

"Las aventuras de NEGRO y la Orden Roja, Proyecto AVATAR" Noviembre 2009



4 comentarios:

  1. Estimado y nocturno caballero: tu historia inicia con mucha acciòn y el desarrollo es bueno, sin embargo, considero que le diste mucha importancia a las explicaciones y el punto cùlmen, cuando derrotas al enemigo, fue tan fugaz, que le falto un poco de mas acciòn, quiza un poco de Terror, si bien comprendo que la lucha fue en resistencia a el sometimiento mental, me queda un "asi no mas", (disculpa soy muy criticona) tu final me agrado.
    me despido esperando la proxima entrega.
    "Yo te atrapo entre mis sueños y sustraigo los recuerdos de tu mundo ciego y mudo, y someto tu destino al encuentro de mi aislado y frìo mundo"..... un abrazo, un beso. Tuya E.S.

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  2. Edna:
    Gracias por seguir no solamente leyendo sino permitiendo la retroalimentación al dejarme tus comentarios. Entiendo que me fue difícil mantener el ritmo del escrito y al final "se desinfló".
    Imagino que te quedas con el sabor de boca de que fue demasiado fácil, quizá más adelante el relato lo justifique, espero así sea.

    No tienes que disculparte por dar tu opinión y crítica, todo comentario siempre es bienvenido :)
    Espero seguirte leyendo en cada entrega y mejorar mi calificación de está ocasión...
    Un abrazo, Hechicera...

    P.D ¿Querrá recomendarme del mismo modo en que yo llegué a ud como recomendación? Gracias

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  3. Hmmm curioso, me agrada cómo se va desarrollando la historia, no sabía sobre la división de las facultades psi.

    Ningún nombre está al azar jejeje.

    Un abrazo Negro.

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  4. Por cierto, un consejo, era muy útil como hiciste en los capítulos anteriores separar por negritas lo que dice Negro y lo que dice Pepe ;) Así nos perdemos menos los lectores :P

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